Las mujeres empujan el emprendimiento en Norte de Santander

Escrito por el 20 mayo, 2019

Que las mujeres son el sexo débil, o que son las reinas del hogar, son conceptos errados que se quedaron en el pasado; por el contrario, ellas cada vez más están yendo hacia los sectores de la economía, no sólo como trabajadoras, sino también como emprendedoras.

 

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Así lo concluyó un equipo de investigadores del Grupo Altos Estudios de Frontera (Alef), de la Universidad Simón Bolívar, en los libros titulados ‘Mujer, emprendimiento y empleabilidad: una mirada interdisciplinaria’, y ‘Emprendimiento, Empleabilidad y Políticas: una mirada globalizadora’, en los cuales proyectaron una investigación teórica y cualitativa sobre la productividad de la mujer en Norte de Santander.

El informe resaltó la incorporación de la mujer al mercado laboral; no solamente han desempeñado su rol de madres, esposas y administradoras en el hogar, sino que han venido mostrando sus cualidades emprendedoras en el departamento; todo ello, impulsado por cambios en el contexto como las consecuencias del cierre de la frontera, llevándolas a empoderarse.

Una de esas mujeres que encarna el emprendimiento es la cucuteña María Camila Hernández Carrillo, propietaria de San Fidel Pet Clothing, una tienda de modas  para mascotas que innovó hace 3 años con su idea y quien ha visto crecer su negocio de forma exponencial.

Según Hernández, su historia comenzó luego del cierre de la frontera cuando su mamá, Gloria Carrillo, tuvo que cerrar la fábrica de bluyines en Venezuela, y fue en medio de la crisis y por el amor a sus mascotas: Matilda, Romeo y Simona, que dedicó su tiempo a emprender, administrar dos restaurantes y un spa para niñas; establecimientos que también había fundado. “Nunca pensé que el negocio de las mascotas iba a ser a nivel país”. 

Neida Albornoz Arias, investigadora de la Universidad Simón Bolívar, precisó que “todas las consecuencias del cierre de la frontera deben ser analizadas, pues es una región de contrastes por las propias dinámicas económicas: mientras a algunos comerciantes y empresarios les van bien a otros les va regular o mal”.

Ese fue el caso de las hermanas Nohora y Laura Patiño, quienes junto a su mamá Dalila Castro, consiguieron salvar de la quiebra, la fábrica de uniformes Uno, hoy día una empresa con más de 85 clientes. Según la familia Patiño, aunque su padre fundó el taller, fue el empuje y la perseverancia de las tres mujeres, lo que imprimió el resurgimiento de la empresa en el 2002, siendo curiosamente el cierre fronterizo, en agosto de 2015, lo que permitió su expansión.

pese a que no se conocen cifras sobre el número de empresas constituidas por mujeres en la Cámara de Comercio de Cúcuta, los resultados preliminares del censo del Dane que midieron el porcentaje por sexo de los jefes de los hogares colombianos a finales de 2018, detallaron que en el 44 % de las viviendas cucuteñas habían jefas de hogar, por encima de la estadística nacional que fue del 41 %. En el caso de Norte de Santander, este indicador fue del 39 %.

En Cúcuta y área metropolitana el Dane reveló que la población total es 844 mil, de los cuales 51,7 % son mujeres; 52,4 % son mujeres en edad de trabajar; 43,5 % son población económicamente activa y 42,8 % están ocupadas. El porcentaje de las mujeres ocupadas en la frontera, está por encima de la cifra nacional, lo cual se relaciona con el mayor trabajo y emprendimiento de las mujeres en la región.

De hecho, para Mauricio Sotelo, también investigador de la Universidad Simón Bolívar, ellas están asumiendo el emprendimiento porque en muchos casos son las tomadoras de decisiones en las compras; igualmente se encargan de administrar los rubros básicos, además del consumo habitual en alimentos.

Los pequeños emprendimientos también son importantes, dijo Sotelo, porque aunque mínima mente se formalizan, sostienen a familias menos favorecidas.

El investigador señaló que estos pequeños emprendimientos surgen en su mayoría por el problema político, económico y social como consecuencia de la crisis de la frontera. Pero, ante las graves circunstancias económicas, el emprendimiento podría jugar un papel salvador para muchos.

Contrario a emprender por necesidad, Mirza Coral tomó la decisión de iniciar un proyecto por convicción. Sus días transcurrían en empresas de modas, restaurantes e importadoras de su propiedad; sin embargo, el nacimiento de su tercer hijo Emmanuel, un bebé con Síndrome de Down, quien tuvo complicaciones de salud, que finalmente provocaron su fallecimiento hicieron que reorientara su vida a la labor social.

“Entendí la muerte de Emmanuel como un mensaje divino. Noté la insensibilidad médica y padecí la discriminación hacía el niño por ser síndrome de Down, eso me llevó a crear a Corazón de Ángel, una fundación sin ánimo de lucro en el Caobos (Cúcuta), que tiene en construcción un centro de apoyo y de capacitación en educación especial para personas con condiciones diferentes”.

Para Albornoz, el emprendimiento social es la fusión entre una solución innovadora a un problema de desarrollo social y económico, y una estrategia sostenible. Sin embargo, el Estado debe replantear el papel de las mujeres como dinamizadoras del hogar: cómo llegar a ellas, cómo asesorarlas, cómo acercarlas a un sistema productivo estable.

“En la promoción de emprendedores e incubación de empresas, se plantea qué estrategia es la más adecuada para su sostenibilidad. La respuesta está en una combinación: generar una cultura de emprendimiento y acompañar a  estas iniciativas encaminadas a la mujer como eje determinante en el constructo familiar, y por ende social”, dijo Albornoz.

FUENTE: LA OPINIÓN


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