Anemia y carencias de vitamina A y Zinc son graves, dice análisis del Instituto Nacional de Salud.
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Una cuarta parte de la población infantil colombiana presenta desnutrición oculta, una condición que, como su nombre lo indica, se caracteriza por no ser evidente a simple vista, pero sí en los niveles de micronutrientes en el organismo.
El Instituto Nacional de Salud (INS) acaba de presentar los resultados que arrojó la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin) de 2015 sobre los tres aspectos de mayor interés en salud pública cuando se analiza la desnutrición oculta: la anemia (asociada con el cansancio, el sueño y la menor capacidad para aprender y jugar), la deficiencia de vitamina A (relacionada con la deficiente salud visual y el mayor riesgo de infecciones) y la deficiencia de zinc (relacionada con la reducción del apetito, el retraso en el crecimiento y también con el mayor riesgo de infecciones).
Los resultados no son uniformes en esta tríada. Mientras que, con respecto a 2010,hubo reducción en las tasas de anemia (de 27 a 25 por ciento) y de deficiencia de zinc (de 43 a 36), hubo un aumento de la deficiencia de la vitamina A (de 24 a 27).
En términos generales, las poblaciones con mayor desnutrición oculta son las indígenas, las afrodescendientes y las ubicadas en los niveles socioeconómicos más bajos.
Las muestras fueron tomadas en todo el país. La anemia fue evaluada en niños, adolescentes, mujeres en edad fértil y gestantes, y los niveles de vitamina A y de zinc, exclusivamente en niños de 1 a 4 años.
Con respecto a la vitamina A, las deficiencias más notorias se presentaron en afrodescendientes (39 por ciento), indígenas (33) y en la población más pobre (31). La región Atlántica (departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena y Sucre) es la de mayor prevalencia (36 por ciento).
Y con respecto al zinc, las mayores deficiencias se observan en el área rural (37 por ciento) y en las regiones Atlántica (41) y Orinoquía-Amazonía (40).
De acuerdo con Martha Ospina, directora del INS, aunque el país se encuentra en un mejor promedio en los niveles global y regional –por ejemplo, la anemia en menores de 5 en el mundo es de 42 por ciento, y en América Latina y el Caribe es de 29 por ciento– es necesario adelantar acciones intersectoriales para mejorar los indicadores.
“Dado que el curso de vida de una persona inicia en la primera infancia, lo que se haga o deje de hacerse en esta etapa tendrá grandes impactos en las etapas posteriores –dice la directora de la entidad–. Las deficiencias en el estado nutricional alteran el crecimiento y el desarrollo cognitivo, situaciones que muchas veces son irreversibles”.
En este sentido, Ospina plantea que es necesario aprovechar la “ventanas de oportunidad” que se dan en los primeros días de vida. “Cuando un bebé nace, lo que más rápidamente le debe crecer es el cerebro, y la leche materna está diseñada para satisfacer esa necesidad –asegura–. Eso no lo hace la leche de vaca ni la de cabra, especies que priorizan el crecimiento del cuerpo”.
La directora del INS lamenta que, si bien los niños colombianos salen lactando de los servicios de salud, al llegar a los tres meses han perdido el hábito porque el entorno no resulta favorable.
Del mismo modo, hizo un llamado para evitar el consumo de alimentos procesados. De acuerdo con Ospina, la absorción de los micronutrientes se da de mejor manera cuando se presentan en los alimentos naturales.
Fuente: El Tiempo