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EEUU inicia el desconfinamiento

El Gobierno federal no va a renovar hoy las normas de carácter voluntario emitidas hace 45 días en las que sugería a los estados una serie de medidas para contener el riesgo de contagio. Eso significa que los estados tienen más margen político para reabrir sus economías, algo que varios ya empezaron a realizar la semana pasada.

 

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El ‘desconfinamiento’, sin embargo, está plagado de controversias. La más evidente: 13 de los 15 estados que están flexibilizando las normas de ‘distancia social’ están viviendo una aceleración de las muertes por coronavirus, justo al contrario que en Nueva York, el estado más afectado hasta la fecha por la pandemia. En Texas, Nevada y Carolina del Sur, por ejemplo, el número de fallecidos se dobla cada dos semanas. En Minnesota, cada ocho días. Eso es lo que explica que, mientras que las muertes han caído en Nueva York en un 50%, en el conjunto de EEUU sigan estancadas en torno a 2.000 diarias.

A ello se suma que esos estados no están haciendo apenas pruebas para determinar el alcance de la infección. Si Nueva York ha realizado tests a aproximadamente el 4,3% de su población, Texas y Carolina del Sur, por ejemplo, sólo lo han hecho al 1%.

Los fallecimientos tampoco se computan igual. Nueva York y otros 10 estados atribuyen al coronavirus las muertes de personas que han dado positivo en los tests o en las autopsias posteriores y, también, los fallecimientos por ‘causas probables’. Por ejemplo, en la ciudad de los rascacielos mueren cada día entre 20 y 30 personas solas en sus casas. Pero, desde que llegó la pandemia, la cifra ha aumentado a unas 220. El ‘exceso de muertes’ es atribuido al coronavirus. Por el contrario, California, el estado más poblado de EEUU, no cuenta las ‘muertes probables’. Así es muy difícil saber el alcance de la enfermedad.

Y luego está la política. Acaso el ejemplo más evidente sea el de Georgia, donde el gobernador republicano del estado, Brian Kemp, autorizó la semana pasada la reapertura de ‘spas’, salones de tatuajes y manicura, peluquerías, boleras, restaurantes, cines y gimnasios. La medida fue rechazada por la alcaldesa de la principal ciudad del estado, Atlanta, Keisha Lance Bottoms, donde se han concentrado la mayor parte de los casos de la Covid-19. «Vete a jugar a los bolos y tendremos una cama en un hospital para ti», ha declarado Bottoms a la cadena de televisión CNN. Donald Trump también ha mostrado una actitud ambivalente, al pasar de apoyar la apertura de la economía a criticar a Kemp el miércoles de la semana pasada.

La cuestión, sin embargo, no es vírica, sino política. Kemp es republicano, pero se enfrentó a Trump el 31 de diciembre, cuando nombró senadora por el estado a Kelly Loeffler, en vez de a Doug Collins, como quería el presidente. A su vez, Bottoms es demócrata, y ese partido quiere ganar las elecciones de noviembre en ese estado. De hecho, Kemp ganó las elecciones al cargo del gobernador por un punto y medio de ventaja sobre la demócrata afroamericana Stacey Abrams, en una campaña plagada de acusaciones contra el primero por sus medidas para restringir el voto por correo – más común entre minorías y población de menos ingresos – y en las áreas de mayoría negra.

A eso se suman los problemas para garantizar el cumplimiento de las normas de la vuelta a la normalidad. En California, el gobernador demócrata Gavin Newsom abrió los parques y las playas del estado la semana pasada. Lo que siguió fue una afluencia de gente tal durante el fin de semana que hoy Newsom dio marcha atrás y anunció el cierre de playas y parques en el estado.

EL MUNDO

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