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El profe del colegio Guillermo León Valencia que cambia vidas a través de la música

El Colegio Guillermo León Valencia fue creado legalmente mediante el acuerdo 014 del 4 de mayo de 1982 y, desde entonces, se ha enfocado en formar estudiantes y bachilleres excepcionales. Sin embargo, existían un par de problemas recurrentes: la deserción escolar y que los estudiantes, al salir de la institución, se dispersaban en actividades poco productivas y hasta peligrosas.

Por eso, hace 25 años el profesor Carlos Humberto Motta Rodríguez llegó al colegio y decidió buscar estrategias que permitieran, a través del arte, evitar esos espacios y encaminar, a través de la música, el tiempo y gusto de los estudiantes. Fue así como hace 15 años surgió la orquesta de la institución.

Para el profe Carlos, la pasión musical fue evidente desde muy pequeño cuando estudiaba en el INEM Santiago Pérez. “Mi profesor Abdel Barón Garcés fue un ser humano magnífico y me invitó a ser parte de la banda del colegio. El trabajo me pareció muy bonito y empecé tocando el bombardino”.

Al terminar su bachillerato, empezó a trabajar en la educación privada y fue allí donde se unieron sus dos grandes pasiones: la docencia y la música. Durante un tiempo, estudió música en la Universidad Nacional de Colombia y por cuestiones de trabajo tuvo que retirarse. Decidió entonces estudiar en la Universidad Antonio Nariño, donde obtuvo su título de Licenciado en Danzas y Teatro.

El profesor Motta tiene claro que puede cambiar vidas a través del arte, sueña con trabajar siempre con conciencia y aplicar lo que el profesor Barón le enseñó como un agradecimiento a lo que ha podido vivir gracias a la música. “A mí con la música me ha ido espectacular”.

El profe ha sido parte de importantes agrupaciones como Lucho Bermúdez y Los Alfa, pero su agrupación más valiosa es, por supuesto, la Orquesta del Guillermo León Valencia con la que ya han grabado dos discos.

“Sin duda la pasión por la enseñanza es gracias a la orquesta, pues cuando uno la dirige, uno siente unas cosas espectaculares. ¡Cuando los muchachos están interpretando y uno les hace la seña, entran y terminan, es algo soñado! He tenido conciertos de 1.500 a 2.000 estudiantes. Sentir 70, 80 violines tocando al tiempo es algo espectacular y es lo que ha hecho que yo dure mucho tiempo en la educación”.

La orquesta fue su método para aferrarse a la música en la institución y, sobre todo, para evitar la deserción que era una constante en el colegio. “Los estudiantes venían, estudiaban un año, se iban y luego volvían, entonces no había un proceso constante. Logramos solucionar eso para que trabajen los 6 años. Empezamos con el proyecto de música realizando la orquesta con uno o dos cursos de sexto y llevarlo hasta 10º u 11º para que el estudiante pueda tener una excusa para quedarse en el colegio”.

La orquesta ha servido para que los estudiantes no caigan en malos hábitos. El profe David Andrés Fuentes, quien también hace parte de los docentes encargados de guiar a los estudiantes por el ámbito musical, le contó a la Secretaría de Educación, una anécdota que, aunque hoy en día lo llena de felicidad, también le trajo momentos duros y amargos.

“Uno de mis estudiantes tuvo problemas de adicción y lo encontraba dormido en mis clases. Hice una alerta temprana y cité a sus padres. Hicimos seguimiento con todos los protocolos necesarios y pudo entrar a un centro de rehabilitación. Este estudiante pudo graduarse y hoy en día tiene familia y está muy bien. Para mí eso es rescatable porque muestra lo que la música hace por la juventud”.

Este es tan solo uno de los ejemplos de todas las vidas que el profesor Carlos Motta ha podido tocar y salvar, gracias a su idea de crear la Orquesta en la institución. Su trabajo es sin duda destacable y por eso le han reconocido en varias ocasiones con premios por su dedicación.

En el 2016, el profe ganó el premio Compartir al maestro y, en ese mismo año, participó también en el proyecto de Investigación e Innovación Pedagógica del IDEP en el que obtuvo el segundo puesto. El año pasado fue galardonado con el premio Canapro 2022 a mejor docente del año, premio que le dedicó a su fallecida esposa.

El profe Carlos seguirá por siempre llevando la música y la docencia en su ADN. Hoy en día vive con sus dos hijos, Carlos Eduardo Motta (31) quien toca piano y Johan David Motta (26), el acordeón, y van a visitarle al colegio a interpretar música junto a su padre y estudiantes. El docente integra una banda llamada Yembé, junto a otros seis maestros del distrito, en la que tocan salsa y merengue. “Mi vida es música”.

¡La educación en primer lugar!

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