Por: Adriana Bermúdez Arango
Los efectos del cambio climático no pueden ser ajenos a la sensatez de nadie, independiente de si se cree o no, en todo lo que alrededor de este movimiento se teje. No necesitamos ser científicos para evidenciar que el clima de Cali y, en general del Valle y del país, ha ido cambiando con el paso del tiempo, alterando las temperaturas que conocimos por décadas. Así nos lo han demostrado las lluvias que cayeron en la madrugada de este Jueves Santo, las cuales se hacen más torrenciales en cada nueva oportunidad.
Lo curioso de esta situación es que, aunque desde hace tiempo estamos en medio de todas las tribulaciones que nos producen las lluvias y la forma en que se incrementan con el paso de los años, al igual que sus consecuencias, las entidades encargadas de emprender acciones para controlar dicha situación, no ejercen su función de forma efectiva para ayudar a que se mejore el clima. Es increíble ver cómo entidades como el Dagma tienen mayor interés en multar a los ciudadanos que podan un árbol para evitar que obstaculice la luz del alumbrado público, que es el que ofrece alguna seguridad al territorio en horas de la noche, que en crear conciencia en la comunidad sobre la importancia de sembrar árboles, acción que podría ayudar a embellecer nuestra ciudad y a controlar un poco el clima. Es increíble ver, en épocas de extremo calor que se convierten en sequía, cómo la medida de emergencia es prohibir que se rieguen las plantas, los antejardines y los prados, ocasionando, en muchas oportunidades, que mueran. Así como suena de ilógico, es: Acabamos con la vida supuestamente, para preservar la vida.
Aquellos que tuvimos la oportunidad de asistir a clase de biología cuando estábamos en primaria, recordamos cómo nos decían que las plantas, a través de su proceso de fotosíntesis, eran las encargadas de la frescura del aire y de la producción del oxígeno que respiramos. Además, pensemos un poco ¿qué puede ser más tranquilizante cuando se camina por la calle en un día soleado, que un árbol que ofrece sombra y nos permite refugiarnos? Bajo éste, se retrasa el proceso de deshidratación del que podemos estar siendo víctimas en un día de sol intenso, ofreciéndonos la oportunidad de descansar para retomar nuestro camino, aun si la adecuada hidratación no se logra de forma inmediata. Recordemos también, que las plantas toman el agua que encuentran en la tierra para abastecerse, por eso es que si ésta se mantiene húmeda, obtendrán su sustento cuando lo requieran y continuarán de manera permanente, cumpliendo con su función.
En conclusión, para lograr un verdadero cambio en el clima que estamos padeciendo y que ya nos asusta a más de uno porque vemos cómo se vuelve más intenso con el paso del tiempo, no necesitamos entidades que solamente se encarguen de multar ciudadanos o empresas. Necesitamos un ente capaz de articular la enseñanza con la acción, que se encargue de rescatar los árboles enfermos, no de autorizar la recogida de los que ya se cayeron; que comparta su conocimiento con la comunidad y le enseñe qué tipo de árboles puede sembrar en sus antejardines para que las raíces no afecten las estructuras o los andenes y así, evitar que se conviertan en un problema de infraestructura; que sea capaz de generar siembras con y en las comunidad, empoderándolas para que sean las cuidadoras de esos guardianes del ambiente que hoy, por desconocimiento, estamos menospreciando tanto: los árboles.