Por: Adriana Bermúdez Arango
Esa antigua frase de las madres es casi premonitoria. Todos recordamos aquellas palabras dichas por nuestra progenitora cuando, por cosas del destino, terminábamos congraciándonos con personas que no iban en la misma línea de principios y valores que nos inculcaron en casa. Sin embargo, en la política, las palabras tienen un significado parecido, pero diferente, porque su dinámica es bastante particular.
Como va llegando la recta final para las elecciones de octubre, estamos en la época de las alianzas, de los acuerdos, del “toma y dame” y eso es lo que están haciendo algunos, de acuerdo con los intereses y necesidades que tienen. Recordemos hace cuatro años cuando, Jorge Iván Ospina y Clara Luz Roldán, nuestros actuales alcalde y gobernadora, aparecieron, posterior a la elección, en fotos con Juan Carlos Abadía, exgobernador del Valle destituido por la Procuraduría en 2010 por participación indebida en política, quien los anunciaba en sus redes sociales como ganadores, quizás enviando el mensaje de haber logrado su cometido: estar de nuevo, dentro de la política. Lo más duro de todo es que, aun así, todavía hay quien duda de si en el Valle hay corrupción…
Y es que eso es lo que ocurre con los diversos candidatos, todos buscan aliarse con los que tienen más oportunidad porque su maquinaria política es más fuerte y su capacidad económica para hacer campaña es más sólida, lo que les permite acordar como contraprestación, algún cargo o entidad. Lo importante para los unos es sumar votos que los lleven al triunfo y, para los otros, obtener cargos en la administración que les permitan mostrarse durante cuatros años, evidenciar su desempeño y, garantizar así, que darán a conocer su capacidad de buena gestión, abriéndose un espacio para participar con mayor fuerza en una futura elección.
Lo importante es que, como electores, estemos atentos a con quién se hacen alianzas. No descuidemos a ningún candidato, no menospreciemos ninguna alerta de corrupción, aunque no haya sido sancionada con cárcel o destitución para el posible infractor. Mantengamos los “ojos abiertos y los oídos despiertos” para definir a quién le vamos a dar nuestro voto, pensemos en si nuestro candidato tuvo que vender el alma al diablo para entregar los votos de sus electores y obtener esa Secretaría o cargo, además, analicemos siempre a quién se la vendió, porque no es lo mismo hacer alianzas con quien tiene limpia su historia, que con quien ya sabe cómo torearse en diversas plazas, entre ellas la de la justicia.
Solo cuando analicemos estas posibilidades, sabremos si el candidato que escogimos hizo alianzas con el político en quien creía para administrar la ciudad o la región, o con el que le convenía estar para obtener beneficios que nadie más le daría; si hizo un acuerdo programático que ayudará al desarrollo de la ciudad y la región o si, simplemente, se repartieron algunos puestos que entregarán a los más amigos, que poca idea de ciudad o región tienen, pero sí de cómo sacarle partido a toda oportunidad que se presente, porque son expertos administradores del CVY (¿cómo voy yo?)
Lo que sí quiero decirles hoy, es que lamento profundamente el retiro de las mujeres de la contienda hacia la Alcaldía de Cali. Sigo con la firme convicción de que es hora de darle la oportunidad a alguien nuevo, a alguien que no esté viciado por la vieja manera de hacer política… y si además es mujer, ¡mejor! Porque Cali ha sido gobernada siempre por hombres y ya todos conocemos los resultados. Aunque debo reconocer que hablo de mujeres que no hayan sido alcanzadas por la corrupción y el clientelismo, porque estos flagelos no distinguen sexo ni género y han demostrado estar ya enquistados en la política de nuestra región y muy altas esferas. Así que, ¿ya pensó por quién va a votar?