Por: Adriana Bermúdez Arango
Diana Rojas es el nombre más sonado de esta campaña a la Alcaldía de Cali, infortunadamente, no será la elegida para ocupar el principal cargo del Centro Administrativo Municipal, CAM. Siempre dije en esta columna, que es hora de que Cali tenga una mujer que dirija su destino y, aunque en esta oportunidad no se hará realidad ese sueño, continúo pensando que así debería ocurrir, básicamente porque considero que es una mujer la más capacitada para reconstruir el desastre que los hombres han dejado.
Pero como la realidad va más allá de la ilusión, se confirmó la unión entre Diana Rojas y Alejandro Éder, alianza que ha dejado posiciones bastante variopintas. Hay quienes piensan que estaba planeado desde el principio y que la campaña de la Caleñísima fue solo pantomima; otros consideran que Diana es víctima de misoginia al ser «obligada» por su padrino político a adherirse a esa campaña, unión que ocasiona desilusión porque hay quien considera que perdió su independencia al acercarse a un músculo político como es Alejandro Éder quien, no podemos negarlo, solo aparece en campaña electoral, pero fuera de eso, es un completo extraño para la ciudad. Además, muchas personas que la apoyan lo hacen por la distancia que ha demostrado con los políticos tradicionales y sus ‘nuevos amigos’ son eso, políticos tradicionales camuflados detrás de una figura con menor identificación que la misma Diana.
Pero, como ella misma lo ha dicho, era hora de poner la ciudad por encima de los egos para comenzar a sumar y, si ella lo piensa bien, ésta se convierte en la oportunidad perfecta para crear un proyecto político a largo plazo, que le permita continuar cultivándose para tomar las riendas de Cali más adelante, porque su oportunidad no se ha perdido y a Cali no la revivirán ni reconstruirán en solo cuatro años, hará falta un poco más de tiempo, tiempo que ella puede aprovechar a su favor.
Precisamente, es esta alianza la que ha creado escozor en las otras campañas, haciendo que algunos candidatos, apalancados en ideas autoconcebidas frente a la situación, salgan en redes sociales ofreciendo su solidaridad a una persona que no la necesita, porque se siente tranquila y confiada con la decisión que tomó, no agredida y menoscabada como ellos lo suponen. Lo curioso es que, al parecer, la intranquilidad es para ellos, porque está claro que la alianza Rojas – Éder, puede hacer que los resultados de las elecciones cambien, al menos, así lo sienten algunos electores, quienes tenían claro que con el Chontico, las cosas podían seguir más o menos como iban, mientras que, si hay cambio de estilo en la administración, quien llegue puede arrasar con todo.
No puedo dejar de pensar que algunas personas y estrategias podrían permanecer en el CAM, porque hacen su trabajo con amor, convicción y compromiso; sin embargo, lo que debemos lograr que cambie, por imposible que parezca, es la manera en que hacemos política. Esa estrategia de repartir secretarías a concejales y diputados, para que ellos le paguen a la gente que los apoya en la ejecución de la campaña con cargos subsidiados con los impuestos de los caleños, es una práctica que todos conocen, de la que muchos se benefician, pero que nadie quiere acabar, lo que convierte al municipio en una estructura poco eficiente y costosa, además de ser abusiva y corrupta.
Si queremos el cambio, debemos comenzar a cambiar nosotros, por eso es necesario conocer a los candidatos, sean nuevos o no, estudiar sus propuestas y definir si son las acciones que queremos para Cali. Recuerden, ¿ya saben por quién van a votar el 29 de octubre?