Por: Adriana Bermúdez Arango.
Se acerca el año 2024 y con él, la llegada al CAM del alcalde electo de Cali, Alejandro Eder. Las expectativas de los caleños para revivir a Cali están puestas en su equipo de gobierno que, de acuerdo con lo visto esta semana que termina, estará conformado por personas muy técnicas, conocedoras del campo que van a dirigir.
Y es este espíritu técnico del nuevo equipo de gobierno el que genera tranquilidad, porque hace pensar que quienes ocupen los diversos cargos del Centro Administrativo, serán personas capacitadas y conocedoras de las funciones del cargo, más que cuotas políticas con las que se pagan favores.
Sin embargo, lo primero que causa curiosidad de este empalme, es la diversa percepción que tienen los equipos, entrante y saliente, del estado en que se encuentran las finanzas del municipio. Es claro que ninguna ciudad comienza un periodo de gobierno en ceros, por eso se crearon las llamadas “vigencias futuras”, porque muchas administraciones necesitan más dinero del que tienen en bancos o del que recaudarán anualmente por impuestos, para hacer realidad las obras propuestas en su plan de desarrollo; además, entrar a un nuevo periodo diciendo que todo está perfecto, sobre todo cuando el gobierno entrante es opositor, no es muy acostumbrado, debido a que hace sentir que lo que se hizo fue lo correcto e invitaría al continuismo.
Y estamos claros que, en el caso de Cali, continuar por el mismo camino no es lo que se quiere, pero lo que sí debemos saber es hacia dónde enfocar la mirada, solo así podremos encontrar los verdaderos puntos a mejorar y actuar frente a ellos. Lo que quiero decir es que “el diablo está en los detalles” y el problema de Cali no parece que estuviera en el recaudo del dinero, sino más bien, en cómo lo emplean. Lo digo porque, a raíz de las declaraciones dadas por el alcalde electo en sus redes sociales donde dice que recibe a Cali “quebrada” y “con la olla raspada”, los actuales alcalde y director del Departamento Administrativo de Hacienda, salieron al corte aclarando que la firma Fitch Ratings acaba de otorgar a Cali la mejor calificación, lo que indica que la ciudad paga sus deudas (préstamos), lo que hace porque tiene con qué.
Por eso es que debemos enfocar la mirada en otro frente, porque a las calificadoras de riesgo no se les puede engañar y a lo que se debe prestar verdadera atención es a los gastos e inversiones. Sucede que no podemos olvidar que a Jorge Iván Ospina le encanta el cemento, la infraestructura, dejar obras con las que los caleños puedan recordarlo, así éstas no se terminen, como ocurrió con la planta de reciclaje o de clasificación de basuras que, en su primera administración (2009), ubicó junto a los tanques de agua potable de la PTAR con un costo de $1100 millones y quedó solo para la posteridad, porque no puede ser usada, precisamente por el riesgo que implica para el líquido vital la cercanía con desechos que podrían contaminarla. Sin embargo, poca investigación a este caso y ninguna sanción por parte de los entes de control.
Otro caso es el de la Feria de Cali, actividad que nunca ha parado (ni por pandemia), y que ya tiene a la Feria Virtual de 2020 en investigación, debido a contratos dudosos y algunos no pagos, que se realizaron para ejecutarla. Ayer, jueves, supimos que gracias a las denuncias del abogado y exfiscal Élmer Montaña por contratación irregular del alumbrado navideño, de Feria de Cali, entre otros contratos administrativos de ese 2020, el alcalde Jorge Iván Ospina podría recibir imputación de cargos por presuntos delitos de corrupción… Y si queremos saber si hay motivo para esto, solo tenemos que escuchar a los artistas que han participado en las diferentes versiones de la Feria de Cali que ha realizado esta Administración: a la mayoría de ellos se les adeuda parte o la totalidad de su pago.
Si queremos evaluar la inversión realizada en la ciudad, hoy, por ejemplo, podemos preguntarnos ¿Cali necesitaba 5 parques para la vida? ¿O con 2 habrían sido suficientes y el resto de la inversión podría haberse utilizado pavimentando las calles de la ciudad que están destrozadas y cambiando o poniendo luz en los sectores que carecen de ella?
También debemos cuestionarnos sobre qué pasa con Emcali, empresa que, años atrás, era referente de progreso en la región y hoy solo se caracteriza por ser fortín para quienes quieren estabilidad laboral, no trabajar. Además, es una empresa incapaz de mejorar la prestación de su servicio, ya no reponen las líneas telefónicas de cobre que se roban los habitantes de calle, las cambian por fibra óptica y tampoco las ponen en funcionamiento y, para rematar, no tienen servicio de televisión… Eso sí, cuentan que la fiesta de fin de año para los empleados fue espectacular… La impresión de la invitación y el lugar donde se realizó, lo auguraba.
Y ni hablemos de las cuotas políticas y burocráticas que tienen asiento en el CAM… porque el que tengan asiento, no significa que se sienten, mucho menos que trabajen.
En ese orden de ideas, la batalla que debe entrar a dar el nuevo alcalde no es contra la gente que realmente trabajó en la actual Administración, que tuvo la camiseta de Cali todo el tiempo, es contra las malas prácticas anquilosadas en nuestra forma de hacer política. Porque, aunque el nepotismo es malo según dicen (hasta cierto punto puedo diferir), lo realmente malo es hacer negocio con el dinero del municipio, otorgando favores, contratos y pagos sobrevalorados por agradecimiento a quienes apoyaron la campaña, sin importar si la persona o proveedor tiene el conocimiento o la experticia para desarrollar su tarea, lo que pone en riesgo las arcas del municipio.
Alcalde electo Alejandro Éder, en su discurso le sugiero ser duro con las malas prácticas, pero suave con las personas. Muchas de ellas están allí para dar y aportar lo mejor, pero recuerde que, donde manda capitán…