Por: Adriana Bermúdez Arango.
Debo confesar que la información recibida en los últimos días frente al estado en que la nueva Administración ha encontrado a Cali, no sorprende. Eso se veía venir desde hacía rato, por eso los caleños tomaron la decisión de cambiar completamente el estilo de alcalde que tenían, empezando por elegir uno que parece, no tiene tantas deudas políticas como el que estaba.
Sin embargo, lo que sí sorprende es la extrañeza con la que anuncian cada hallazgo en las redes sociales. No porque no puedan descubrir nuevas cosas, sino porque están demostrando con cada trino o anuncio, que el proceso de empalme no fue tan eficiente como debió haber sido.
Y es que, piénselo con cabeza fría: usted recibe un puesto y lo primero que averigua es de dónde viene y para dónde va cada cosa, sobre todo porque ante cada una de ellas, usted debe presentar un plan de acción que satisfaga a todos los involucrados, esa es su labor como gerente de ese cargo. Y cuando hablo de cómo se debió proceder no me refiero únicamente al alcalde, no pretendo que él haya sido “omnipresente”, haciendo parte de todas y cada una de las comisiones de empalme, para conocer a fondo cada uno de los temas, pero sí creo que quienes estuvieron al frente de cada delegación, debieron haber solicitado información más precisa para poder hoy, de ser precisos, salir a contarnos a los caleños “Nos mintieron. Esto no estaba como nos dijeron”.
Miremos casos como el que se está presentando con Emcali. Cómo es que, sabiendo que la malla vial de Cali está prácticamente destruida, de botar y volver a armar, a nadie se le ocurrió pedir un inventario de la maquinaria amarilla y su estado, para ir construyendo un plan que permitiera saber cómo se iba a afrontar este problema. Si el inventario es inexacto o miente, es otra voz, pero un video del alcalde saliendo a decir sobre la maquinaria que “Hay 600 vehículos. De los 600 vehículos, 500 están obsoletos, 100 no están obsoletos. De los que están obsoletos hay 124 que están guardados aquí. Llevan cuatro años o más aquí guardados…”, evidencia que no hubo un panorama claro sobre qué estaban recibiendo. Se comportaron muy mansos, muy diplomáticos en el empalme y no pidieron cuentas claras porque, de haberlo hecho, tendrían una contingencia para el caso: chatarrizar todos los vehículos obsoletos que son propiedad de Emcali (hay quien dice que algunos son alquilados, esos no serían problema, solo se devuelven al propietario, si lo hay) y, con ese dinero, invertir en unos nuevos. Seguro que sería una acción más eficiente y rentable que albergar elementos que no le sirven a nadie en una bodega… y, entre más pronto se haga, mejor.
Este caso de Emcali es demasiado complejo, porque recuerde que esta es una empresa con más de 20 sindicatos, a cuyos miembros no les tiembla la voz para hacer cualquier solicitud que solo beneficie a sus miembros, sin importarles cuánto se perjudique a la empresa. ¿Se imagina que lo que dijo el gerente Roger Mina sea cierto, que alguna de la maquinaria obsoleta ponga en riesgo de cualquier forma o afecte de alguna manera a uno de los operarios? ¿Alcanza a suponer lo que, por cuenta de ese error, tendría que pagar la empresa al colaborador, además de las prebendas que ganaría el sindicato? Porque para nadie es un secreto que, para los sindicalistas colombianos, lo verdaderamente importante en la negociación son sus intereses personales, así estos sean endebles o infundados y los beneficios que obtengan a futuro para la causa, no los intereses de la empresa que les da trabajo y un salario más que digno a sus miembros, además, que presta un servicio a la comunidad en la que opera.
Y que quede claro: no estoy diciendo que la empresa no deba cumplir con las obligaciones de protección de su personal que le corresponden, siempre debe primar la integridad del personal, pero para nadie es un secreto que estas asociaciones saben sacar partido a cualquier oportunidad.
Confiemos en que los planes de acción serán planteados muy pronto por cada uno de los actores y responsables de las diversas carteras, como está ocurriendo por el lado de la movilidad, donde la frase “Manos a la obra” cobró vida. El primer trimestre debe terminar con acciones claramente implementadas y en ejecución, si de verdad queremos revivir a Cali. Las campañas de concientización ciudadana deben continuar y fortalecerse, para reeducar a los caleños, quienes llevan mucho tiempo fuera de la norma.
Un empalme que parece incompleto, pero que esperamos se revierta con una ejecución eficiente y oportuna por parte de la nueva Administración. Mantenemos la esperanza firme.