Por: Adriana Bermúdez Arango
Al alcalde electo de Cali, Alejandro Éder, la tarea no le está quedando nada fácil. Sumado al desorden en que encontró muchas de las dependencias de la Alcaldía y sus programas, está el punto de posible no retorno en que se encuentran Emcali y el MIO.
Y, a decir verdad, el desorden de las dependencias del CAM no es tan preocupante, si tenemos en cuenta que cada quien organiza su casa como quiere, esa es la potestad que tiene como burgomaestre, lo importante es que vire a tiempo donde lo considere pertinente y dé los resultados que espera el pueblo que lo eligió. Lo que sí inquieta actualmente y de intensa manera, es saber qué va a pasar con las dos empresas más representativas para los caleños: Emcali y Metrocali, que parecen ambas, víctimas de una mala administración.
Porque nadie puede negar que Emcali es esencial en la prestación de los servicios de energía, acueducto y alcantarillado para la mayoría de los caleños. Además, se buscó que fuera un referente en telecomunicaciones. Pero hoy, la empresa se encuentra muy mal posicionada en este servicio, que debiera ser una de sus mayores fortalezas gracias a que la telefonía ya hacía parte de los hogares cuando se iniciaron servicios de televisión por cable e internet.
Infortunadamente, en la actualidad, Emcali carece de un componente de televisión; no se modernizó a tiempo y todavía presta servicio de telefonía a través de cableado de cobre, el que es robado con tanta frecuencia, que ya se tomó la decisión de no reinstalarlo, ocasionando que sea el servicio de fibra óptica el que se encargue de mantener a la empresa medianamente a flote en esta línea, gracias a que les permite dar internet y restablecer algunas líneas telefónicas que han sido robadas. Pero son sus falencias las que la dejan como incompetente frente a sus abonados, haciendo que su participación en el mercado de la ciudad sea menos interesante de lo que debería, porque son otros operadores con todos los servicios disponibles, quienes dominan el mercado TI.
A nivel de acueducto y alcantarillado, tampoco es la gran ganadora. Muchas de las redes son viejas, se encuentran obsoletas y las comunidades llevan años esperando su modernización. Confiemos en que ahora, la nueva Administración gestione de manera más eficiente estos recursos y permitan que los cambios se realicen con eficiencia, no con años de “priorización”.
Y toda esta lucha para prestar el servicio, se da de la mano con las particularidades que tiene la empresa: personas nombradas en cargos que no dignifican con buen trabajo; prebendas a funcionarios que no las merecen e incluso, más de 20 sindicatos que se dedican a sacar partido de la empresa, pero no la compensan con una impecable labor. Tenaz la lucha para el gerente.
Por otra parte está el MIO, que se inauguró hace 15 años con la expectativa de brindar transporte público a todo Cali y a todos los caleños. Sin embargo, hoy la realidad es otra, debido a diversos factores: el primero de ellos es que el sistema quedó mal construido en lo que a su cobertura se refiere. Para nadie es un secreto que el oriente de Cali es la zona en donde viven la mayoría de los trabajadores y fue dejada sin el servicio suficiente para garantizar que todos puedan entrar y salir de la zona a tiempo para cumplir con sus obligaciones. Esto ocasionó que los medios de transporte formales como los buses y los informales como las gualas, los mototaxis y los piratas, no dejaran de funcionar, porque el MIO no tuvo, desde sus inicios, la capacidad de suplir las necesidades de todos caleños.
A esto se le suma el déficit que tiene el sistema, que se encuentra desde 2019 en Ley 550 o ley de quiebra. Quienes entienden del tema, argumentan que la ecuación no se debió hacer por pasajero que ingresa al sistema, sino por kilómetro recorrido, lo que lo haría mucho más rentable. Sumado a esto, estuvo el mal llamado “Estallido social” del año 2021, donde se destruyeron estaciones y buses que, a la fecha, no han sido restablecidos por falta de fondos. Por eso, el Concejo de Cali aprobó en 2022, nuevos recursos de la sobre tasa a la gasolina para invertir en su recuperación. Pero hoy está peor que nunca: su servicio se ha deteriorado porque carece de taquilleras en algunas estaciones o solo las tiene en servicio en horarios específicos y tiene menos buses, lo que ocasiona menor frecuencia y que se hayan restructurado algunas rutas, buscando mayor eficiencia.
Además, el tema de la seguridad es complejo, porque se carece de apoyo policial permanente y de seguridad privada que controle a quienes ingresan. Por esto, dentro del sistema ya se han presentado robos, agresiones y hasta asesinatos, debido a que los colados están consumiéndolo. Recordemos que, en una columna del mes de abril de 2023, conté cómo en 15 minutos, 19 personas se colaron al sistema en una estación de mediana afluencia, ocasionando para aquel entonces, una pérdida de unos $102 600 en sólo 15 minutos… Calcule cuánto puede perder el sistema por día y, más grave aún, qué pasa cuando las personas no ingresan solamente para transportarse, sino, para hacer de su ingreso una oportunidad de robo. ¿Quién las controla? La misma ciudadanía, no hay quién más lo haga.
A pesar de todo este panorama, desde Emcali, su gerente Roger Mina, dice que no son ciertos los rumores de que la empresa se vaya a privatizar y, desde Metro Cali, el presidente Álvaro José Rengifo se compromete a mejorar el sistema, buscando garantizar el transporte público como el servicio público que es. Eso es tenerse fe, porque la tarea no es fácil.
Confiemos en que estos dos líderes de equipo, sepan cómo solucionar los problemas que aquejan a sus respectivos servicios, indispensables para la ciudad. Ojalá se reunieran con la comunidad, escucharan sus dificultades y, desde la experiencia, plantearan soluciones definitivas. Es claro que los caleños necesitamos de estas dos empresas y que sus servicios son de gran importancia para todos. No podemos seguir dudando si mañana tendremos internet para trabajar, agua para bañarnos y MIO para llegar al trabajo. A estas empresas las necesitamos y las queremos.