Por: Adriana Bermúdez Arango
Como labor a destacar, por primera vez debo decir, la vicepresidente Francia Márquez estuvo en su departamento del Cauca, haciendo entrega de 27 ambulancias, que servirán para fortalecer el sistema de salud en el departamento. Esto permitirá que, comunidades vulnerables de Caloto, Corinto, Jambaló, Guachené, Padilla, Puerto Tejada, Suárez, Toribío, Villa Rica, entre otras, mejoren su limitado acceso a los servicios médicos de emergencia, lo que traerá, no solo salud, bienestar y vida, también tranquilidad y confianza a los habitantes de dichos municipios, al sentirse acompañados y respaldados por un servicio que les había sido esquivo hasta hoy.
Pero la entrega de estos equipos, se hizo en medio de un ritual que aún, no es claro para muchos. Velas y flores fueron los elementos que se vieron a través de las redes sociales, sin dar mayor claridad sobre qué tipo de función desempeñaban en el encuentro. Y aunque aún no sabemos (quizás nunca sabremos a ciencia cierta), qué tipo de ritual o ceremonia se celebraba durante o como entrega de estos equipos, adquiridos a través de una inversión hecha desde el Fondo Colombia en Paz por valor de $6640 millones, lo que sí sabemos es que esas ambulancias eran una necesidad latente que estaba en mora para esas comunidades.
Sin embargo, nuestra mirada está centrada en si lo que hubo fue una ceremonia ancestral acostumbrada en ciertas comunidades o si fue un ritual de santería, no en lo beneficiadas que estarán estas comunidades al recibir los equipos, lo que me parece una pérdida de foco. Al fin de cuentas, debemos ser conscientes de que estamos en un país laico, en el que todas las religiones o maneras de profesar creencias deben ser respetadas y, la vicepresidenta, como representante de todos los colombianos, debe ser la más diplomática al estar en los territorios y compartir espacio con todos los que lo habitan, respetando y participando de las costumbres que allí se tienen.
Lo que de verdad nos debe importar y lo que debemos enaltecer, son este tipo de acciones, que deberían ser realizadas por este Gobierno en cada esquina del país, cumpliendo con las promesas y expectativas que ofrecieron en campaña. Actividades como ésta, son la verdadera reforma a la salud que quieren los colombianos, quienes necesitan este servicio de gran valor a cada rincón del país. Confiemos en que, a diferencia de los carrotanques de la Guajira, para estas ambulancias se haya planeado de dónde saldrá el presupuesto para mantenerlas, sostenerlas y mantenerlas en funcionamiento, porque no sirve de nada entregar un insumo de gran calibre, si no se puede garantizar cómo se sostendrá a lo largo del tiempo.
Felicitemos a las comunidades del Cauca por ser beneficiarias de este proyecto y no perdamos de vista estas 27 ambulancias, que llegaron para apoyar las necesidades de comunidades vulnerables. Al fin de cuentas, su existencia es fruto de nuestros impuestos.