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El camino hacia la reconciliación

Por: Adriana Bermúdez Arango

Recordar ese viejo refrán «Se atrapan más moscas con miel que con hiel», sirve un poco para entender la actitud que tuvo el alcalde Alejandro Éder, con los miembros de la resistencia Reconciliación de la Carrilera 70 el pasado domingo, con quienes se reunió para tener un acto de reconciliación y convivencia. Y es que los caleños debemos aplicar hoy, tres años después del mal llamado «estallido social» una actitud más conciliadora, porque no podemos desconocer lo que pasó en Cali en ese abril de 2021, ni pretender que a punta de «apapachos», vamos a superarlo como sociedad, pero sí es necesario que podamos acercarnos para definir los frentes y la forma de hacerlo, para evitar que un acto como éste, se repita.

Por eso, si el alcalde de la ciudad llega hoy a un territorio dominado por la llamada «Primera Línea», responsable de los grandes desmanes que sufrió Cali en aquel 2021, pretendiendo imponer voluntades, su actitud traería más daño que beneficio. Seamos conscientes: lo que no se hizo en aquel momento, no se hizo y es indiscutible que esa inacción dejó más huellas en todos, de las que cualquiera quisiera. Por eso es que la actitud del alcalde Alejandro Éder, abordando hoy dicho espacio y a quienes lo ocupan, buscando reconciliar con la ciudad misma a esta comunidad, es más valiosa y puede ser más fructífera de lo que suponemos porque, a esta altura del partido, ser defensivo ya no es una oportunidad.

Cabe aclarar, eso sí, que esta actitud conciliadora y de sanación, no tiene por qué ir en contravía del cumplimiento de las leyes y del respeto que por toda la ciudad se debe tener. La presencia del primer mandatario de la ciudad en el sector, debe abrir la puerta para limar las asperezas creadas a partir de discursos clasistas, impuestos generalmente, por los políticos que quieren aprovecharse de esta comunidad, al mismo tiempo que se deja en claro por parte de los entes de control, todos los deberes y responsabilidades que, como caleños, deben cumplir, porque la empatía no va en contra de las normas.

Debemos estar prestos a abrir la puerta del diálogo, sin perder de vista el ideal de ciudad que queremos construir. Somos responsables de labrar mejores caminos para nosotros y para quienes nos rodean y es esta responsabilidad, la que nos debe permitir entender que los problemas cambian de óptica a medida que el tiempo pasa. Solo será nuestra comprensión del momento, la aliada para ser capaces de construir nuevos rumbos.

Ya es hora de darle una nueva mirada a la ciudad, de sanar heridas que aún continúan abiertas, sin perder de vista las responsabilidades que tenemos para lograrlo. Cali necesita de todos, pero de todos siendo capaces de construir, de hacer, de mejorar, capaces de sembrar lo mejor de cada uno de nosotros para cosechar. La Sucursal del Cielo debe ser la unión de todas las fuerzas que la convirtieron, alguna vez, en ese referente nacional de civismo y progreso que aún hoy, anhelamos en medio de nuestros recuerdos.

Foto cortesía El Pais.com

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