El déjà vu

Escrito por el 24 mayo, 2024

Por: Adriana Bermúdez Arango

Las situaciones vividas en los últimos días en diferentes pueblos del departamento del Valle y Cauca, evidencia la fuerza que ha tomado la guerrilla en los últimos tiempos. Esa “paz total” que nos vendieron no existe, el Gobierno Petro no supo cómo alcanzarla, aunque durante la campaña no hizo sino quejarse de la manera en que el Gobierno Duque hacía “trizas el acuerdo”. Pero llegaron al poder y, una vez más, demostraron que hablar es más fácil que actuar y, desafortunadamente, les quedó grande la acción.

Esta semana tuvimos a Jamundí y Dagua en el Valle, afectados por los ataques de la guerrilla. En el Cauca fueron Jambaló, Morales y Suárez, los lugares donde hicieron nuevamente incursiones armadas. Incluso, en Morales, atacaron durante dos horas la estación de policía, asesinaron dos patrulleros y, para completar, tuvieron tiempo de pasar por un Banco Agrario y robarse $50.000.000. Y no perdamos de vista que Suárez es la tierra de la vicepresidenta Francia Márquez, a quien ya no quieren ni pintada en la pared, porque incumplió todas las promesas que hizo en campaña y los lugareños saben que no ha hecho absolutamente nada por su pueblo.

Lo que sí hizo de manera muy habilidosa el Gobierno Petro, fue permitir que las disidencias, los grupos guerrilleros de siempre, en general toda la insurgencia, se fortaleciera. Esto lo logró al replegar al ejército e impedirle actuar conforme es su objetivo: conducir “operaciones militares orientadas a defender la soberanía, la independencia y la integridad territorial, proteger a la población civil, los recursos privados y estatales, para contribuir a generar un ambiente de paz, seguridad y desarrollo que garantice el orden Constitucional de la Nación”.

Eso lo logró el presidente desde su llegada, cuando, como jefe de las Fuerzas Militares, mandó a calificar servicios a los generales de mayor antigüedad y con mayor rango, dejando sentado el precedente que, quien no estuviera con él (Gobierno), estaba en su contra. Y el mensaje fue entendido. Pasamos incluso, a tener un director de la Policía reencauchado, el general William Salamanca, quien manifestó en una entrevista con Semana, haber votado por Petro. Respetable pero discutible.

La situación actual del país es tal que, en Jamundí, de nuevo, en zona rural, las FARC tienen su propia ley. Según cuentan los habitantes y la policía del municipio, los insurgentes establecen horarios, carnetizan a las personas, además, la secuestran y/o matan, imponiendo toda una “ley del terror”, pero que se mantiene porque las Fuerzas Armadas no pueden ejecutar acciones debido a que el principal comandante, el presidente Petro, no se los permite. Se ha llegado a denunciar en redes sociales que hasta estación de gasolina propia tienen las FARC. Y, ¿qué hace el Gobierno? ¡Nada! Porque como la insurgencia es eso, ilegales haciendo cosas ilegales, pues no les pueden pedir que se comporten como es debido. Y nadie está interesado en hacerlos cumplir la ley porque quién sabe que otros propósitos se deterioran donde lo hagan.

Lo que ha resultado curioso de esto es que las historias de Petro y Pastrana, sin querer, cada día se parecen más. Y es que la Colombia de hoy está en completo déjà vu hacia la Colombia que teníamos a finales de los 90 y principios de 2000. Recordemos que, en aquel entonces, entre 1998 y 2002, por decisión del presidente de la época Andrés Pastrana Arango, se comenzó con un proceso de paz que requirió desmilitarizar a San Vicente del Caguán, en el Caquetá, para darle libertad a los insurgentes que hacían parte del proceso. Curiosamente, lo que mejor hicieron éstos, fue apoderarse de la zona en vista de la ausencia de fuerza pública. Cabe aclarar que el proceso de paz comenzó siendo “crónica de una muerte anunciada”: Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo y principal cabecilla de las FARC, no se presentó en la instalación de la mesa de negociación y dejó sentado solo al presidente Pastrana. Pero, ¿qué más se podía esperar?

Definitivamente, el retroceso en seguridad al que nos está llevando este Gobierno, se está saliendo de control. Como en las peores épocas del narcotráfico y la guerrilla, que terminaron siendo lo mismo, hoy, cualquier día, nos levantamos con un múltiple ataque que, además, nuevamente se recrudece, como en otrora.

Es necesario que la gobernadora del Valle, los alcaldes de todos los municipios del departamento y la fuerza pública, generen un plan de choque que involucre concientizar y educar a la ciudadanía para evitar estos ataques. No pueden seguir permitiendo estas incursiones que, independiente dónde se presenten, afectan a la fuerza pública y a los habitantes, deterioran la seguridad, la economía y hasta la manera en que se perciben los lugareños, al comenzar a desconfiar de todo aquel que llega a su zona. Confiemos en que la fuerza pública, ejército y policía, continúen del lado de los colombianos y tengan como precepto garantizar el Orden Constitucional de la Nación.


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