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Maduro continúa con su “robolución” en Venezuela y se atornilla 6 años más en el poder

El chavista Consejo Nacional Electoral (CNE) le dio a la cabeza del régimen el triunfo en unas elecciones que fueron puestas en duda por muchos países.

 

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Las intenciones del régimen de Nicolás Maduro con las elecciones de este domingo quedaron claras de principio a fin. Al abrir la votación, el presidente del chavista Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, habló más como el activista que es del gobernante PSUV que como el árbitro independiente y técnico que debió ser. Y sin que hubiera terminado la jornada electoral, el ministro de defensa, Vladimir Padrino, lanzó esta perla: “Podemos decir ya, antes incluso de conocer los resultados de la soberanía popular, que van a ser transmitidos por el CNE, antes de eso, podemos decir ya que el pueblo de Venezuela se ha levantado con mucha fuerza y contundencia para rechazar y para exigir el cese de las sanciones criminales contra el pueblo de Venezuela”.

 

Si el general no conocía el resultado de la elección, cómo pudo hacer semejante afirmación. Las dos intervenciones dejaron ver que hubo un libreto preestablecido, independiente del resultado de los escrutinios. Sin siquiera haber contado todos los votos, se había consolidado “el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral” de la que habló pocos días antes Maduro cuando amenazó con un “baño de sangre”, con una “guerra fratricida”, si él no ganaba. En efecto, los resultados que entregó el CNE seis horas después del cierre de las urnas no coincidieron con ninguna encuesta previa ni con los sondeos a boca de urna hechos por prestigiosas firmas que nunca lo vieron vencedor.

Según el CNE, Maduro ganó las elecciones de este domingo con 5’150.092 votos, el 51,20 % del total, mientras que, a Edmundo Gonzáles Urrutia, el candidato que ungió la líder opositora María Corina Machado, le adjudicó 4’445.978 votos, el 44,2 %. En sus declaraciones posteriores, Machado aseguró que González Urrutia era el nuevo presidente de Venezuela pues había obtenido el 70 % de los sufragios. Ante este hecho, Antonio de la Cruz, director ejecutivo del tanque de pensamiento Inter American Trends, columnista de El Nacional y analista de varios medios, no tuvo otra expresión para calificar el resultado que “¡robolución!”, un acrónimo que agrupa los términos ‘robo’ y ‘revolución’, y que alude a la continuidad de la revolución chavista por medios non sanctos.

Sobre la idea de irregularidades en los comicios se pronunciaron desde mandatarios de diferentes países, como el de Chile, Gabriel Borich (“El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer”), hasta locales, como el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, que calificó abiertamente de robo el resultado de las elecciones en Venezuela. “El Dictador Maduro se robó de manera descarada las elecciones en Venezuela”, escribió en X, y acusó de “complicidad” con el régimen al presidente de Colombia, Gustavo Petro y sus funcionarios. “Dirán que aceptan los resultados y lo reconocerán como presidente. Lo necesitan en el poder para hacer el mismo fraude en Colombia en el 2026. Colombianos, estamos advertidos”.

Pese a que el analista De la Cruz también dijo que así Maduro ganara le iba a quedar muy difícil devolver a la botella al genio popular que María Corina Machado sacó de la botella en Venezuela, lo cierto es que, de consolidarse los resultados del CNE, Maduro consiguió reelegirse por segunda vez y comenzará un tercer mandato al frente del Ejecutivo, que se extenderá de enero de 2025 a enero de 2031. Las consecuencias para su país y para la región aún son imprevisibles.

El régimen chavista que arruinó a Venezuela en 25 años se extenderá seis años más. Así, por más de tres décadas, a ese país lo habrán gobernado solo dos personas: su fundador, Hugo Chávez, desde 1999 hasta 2013, cuando murió, y su sucesor, Maduro, desde ese año hasta 2031. Para muchos, con el ‘resultado’ de estas elecciones continuará uno de los periodos más oscuros en la historia del vecino país con repercusiones no solo adentro, sino mucho más allá de sus fronteras, pues el chavismo seguirá proyectando el modelo del socialismo del siglo XXI en el continente.

Maduro se atornilla en el poder también gracias a la estrategia del régimen de asegurarse la fidelidad de los militares y los policías durante años entregándoles para su control empresas de minería, petróleo y distribución de alimentos, pero también las aduanas, todo lo cual, a través de redes de corrupción, genera multimillonarios recursos. También controlan 12 de los 34 ministerios que integran el Ejecutivo, incluyendo los de Petróleo, Energía, Defensa, Relaciones Interiores y Comercio. Semejante repartija ha asegurado la ‘lealtad’ de varios oficiales claves dentro de la estructura castrense. En este contexto se entienden las declaraciones del ministro de defensa Vladimir Padrino.

El ‘triunfo’ también le da una bocanada de aire a Maduro, pues su circulo de confianza se había venido debilitando paulatinamente desde 2013 hasta quedar reducido a su esposa, Cilia Flórez (la ‘primera combatiente’), a los hermanos Delsy y Jorge Rodríguez (vicepresidenta del país y presidente de la Asamblea Nacional, respectivamente) y al segundo del chavismo, el vociferante Diosdado Cabello.

Ahora, el continente queda a la espera de lo que se había advertido si Maduro seguía en el poder: podría comenzar una segunda ola migratoria, un segundo éxodo, que quería revertir María Corina Machado, con lo cual la población de Venezuela seguiría reduciéndose y se provocaría una fuerte presión de migrantes en los países de la región, especialmente Colombia. El aislamiento internacional y eventuales nuevas sanciones harán que la economía venezolana siguiera contrayéndose. El país no representará nada especialmente para los jóvenes, la más importante fuerza productiva, que buscarán salir del país.

Dentro de Venezuela, es previsible también una nueva oleada represiva que lleve más personas a las cárceles o las impela a salir de su nación por razones políticas. Así mismo, seguirá el constreñimiento al libre ejercicio de la prensa y la negación de la libertad de expresión para garantizar que la única voz que se oiga sea la del régimen. Arreciará el discurso chavista con arengas bolivarianas y ataques insultantes a la oposición, la invocación al pueblo (muy dada en los regímenes totalitarios) y la apelación a valores generales, pero poco prácticos, como el amor y la paz, sin ningún contenido real. Hasta ahora, los 25 años del régimen no han dejado una obra concreta significativa para mostrar ni satisfecho las carencias básicas de los venezolanos.

Con la ‘victoria’ de Maduro, el socialismo del siglo XXI, del cual el chavismo es una excelsa expresión, da un paso más. Se fortalece la línea dura de la izquierda en Latinoamérica (los otros dos importantes exponentes son Cuba y Nicaragua, que ya lo felicitaron) y podría incluso dar impulso a proyectos en ciernes como el de Colombia, cuyo presidente Gustavo Petro viene fortaleciendo su relación con el régimen y le está dando oxígeno político. Incluso, lo comparan con Maduro por su discurso pendenciero y amenazante, y por intentar convocar una asamblea constituyente, mecanismo que usó Chávez para dar origen a la “robolución” que hoy sojuzga a Venezuela.

Fuente: Pulzo

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