Cuando cunde el pánico

Escrito por el 6 septiembre, 2024

Por: Adriana Bermúdez Arango

Para nadie es un secreto que Cali tiene una historia particular frente a los paros. Su experiencia en este campo en 2021, marcó a sus habitantes de tal forma que ahora, toman medidas inmediatas, sin dar espera a ver cómo evolucionan los hechos.

Y ni modo de culparlos, porque lo vivido en aquel entonces durante casi dos meses, cuando la ciudad prácticamente se detuvo por culpa del mal llamado “estallido social”, les da a los caleños el derecho a temer. Recordemos que, durante esa temporada, se presentaron daños en más del 90 % de la infraestructura del MIO; la inseguridad estuvo desbordada gracias al grupo llamado “Primera línea” que, además, fue patrocinado y financiado por quienes hoy, son Gobierno; la inflación se sintió en los precios de la canasta básica familiar; se congeló un 55 % de la producción del Valle del Cauca y se cerraron empresas. Ante ese antecedente, ¿cómo no temer?

Por eso es que la zozobra se siente en el ambiente: las estaciones de servicio tienen largas filas para cargar combustible la mayor parte del día; la gente merca o compra víveres con algo de preocupación, porque no sabe qué puede pasar con el abastecimiento y con los precios de las frutas, las verduras y las carnes, debido a que la mayoría de estos productos se encuentran en el centro del huracán (las carreteras) y ya se va sintiendo su desabastecimiento. En las calles, todo el mundo comenta que el paro que hoy vivimos, terminará de golpear la economía de la región, que nunca se recuperó totalmente, de las consecuencias dejadas por la pandemia y el “estallido social”.

Algunas empresas detuvieron sus procesos de selección y contratación hasta que esta situación se defina, seguramente, porque no quieren adquirir nuevos compromisos sin tener claro que su negocio sigue adelante con los mismos bríos y que podrán obtener los recursos para cumplir con ellos. Además, ¿para qué contratar a alguien que, tal vez, no pueda llegar a trabajar? Porque, tengamos presente que no todos los cargos permiten un teletrabajo o trabajar desde casa, por eso se hace necesario contar con el transporte como parte de la ecuación.

Lo más grave de esto, es que parece, nadie tiene ni la menor idea ni intención de resolver el asunto. El Gobierno se sentó a la mesa de diálogo y, según dice, ya ofreció todo lo que podía: revocar el aumento de $ 1904 que comenzó a regir el fin de semana pasado; aumentar $ 200 mensuales hasta diciembre y congelar el precio allí, en $ 800 de alza, pero los transportadores dicen que no, que a ellos “no les da” el negocio con ese valor. Según el Gobierno, el diésel lleva 56 meses sin alza y eso hace que tengan que subsidiarlo con 12 billones de pesos al año, impidiendo que los recursos se destinen para inversión social.

Y, cómo no angustiarse, cuando esta situación impide que los trabajadores se transporten con normalidad, que los niños asistan a sus clases, que las ambulancias puedan atender con eficiencia a los enfermos… Impide que se comercialicen productos, lo que paraliza empresas con grandes pérdidas.

Confiemos en que haya sensatez de parte y parte, para que la situación tenga un pronto y buen término. Es cierto que el Gobierno les incumple a los transportadores e incumple, una vez más, sus promesas de campaña, pero hay que tratar de lograr más perdiendo menos. Comienza el quinto día de paro y las pérdidas, a nivel nacional, son innegables.

Foto cortesía: Ciudad Región Noticias.


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