Por: Adriana Bermúdez Arango
El caso de Sofía Delgado encoge el corazón de cualquiera. Pensar que su familia se sentía habitando una zona segura, al punto que mandaron a la niña a recoger un champú para bañar a su mascota a donde alguien conocido y que fue ese personaje el que la mató, es absolutamente abrumador. ¿Quién podría pensar que, en un barrio tranquilo, en una zona conocida, la vida de una niña de doce (12) años, corría peligro? Nadie.
Ahora que el asesino, Brayan Snaither Campo Pillimué, ha confesado su delito y detalles absolutamente escabrosos del hecho, la comunidad ha comenzado a preguntarse ¿cómo hizo un hombre que fue previamente imputado por delitos similares y se encuentra pendiente de juicio, para mezclarse con tanta facilidad entre la comunidad y continuar con sus violaciones a la ley?
También cabe preguntarse cómo hizo la esposa para saber y guardar silencio, no sólo sobre los antecedentes de su esposo, también frente a lo que le hizo a Sofía, porque es claro que se debe estar igual de enfermo o ser igual de delincuente que el perpetrador, para permitir que esta situación se presente en casa y mantenerla en secreto. Esta complicidad debería hacerla tan responsable del hecho como él. No es posible que la ley vaya a permitir que estos cómplices silenciosos sigan adelante con sus vidas mientras, sin miramiento alguno, permiten que otros se dediquen a cegar la de seres inocentes. Esta mujer debería ser tratada por la justicia igual que su esposo.
Tengamos presente que Sofía fue hasta la veterinaria ese día, para recoger un champú para bañar a su mascota. Después de entrar al negocio y residencia de los implicados, no volvió a salir. De acuerdo con las pesquisas que realizan las autoridades, ese mismo día, Brayan había intentado previamente, secuestrar a otra joven. Según contaron familiares de la niña que se salvó, el hombre intentó encerrar a la pequeña en el negocio, ofreciéndole como regalo unos collares para el perro, pero la niña alcanzó a escapar. Esa historia, sumada a la desaparición de Sofía, hizo que esta familia pusiera en alerta a la Sijín. Pero, parece, no fue suficiente para permitirles actuar.
Hasta el momento, no se ha podido determinar qué pasó a ciencia cierta con Sofía. El estado de descomposición en que fue hallado el cuerpo en un cañaduzal, sumado al aparente intento que hizo Brayan por incinerarlo, han dificultado todo el proceso. Además, la osamenta de Sofía fue esparcida por el lugar por los animales de la zona. Confiemos en que la tecnología que apoya la ciencia, sea aliada de este tipo de situaciones y ayude a determinar qué le pasó a esta pequeña, para poder ampliar el pliego de cargos contra el par de delincuentes.
El aprendizaje en este difícil caso debe ser tomado por todos, padres y sociedad: los niños no deben estar solos, no podemos descuidarlos. Entiendo que eso es complejo en el mundo de hoy, donde queremos darles la independencia para que sean más autónomos, para hacerlos más fuertes y más capaces para la toma de decisiones, pero el gran problema es que tenemos una sociedad que cada día está más convulsionada y permeada por personas como Brayan Campo y su esposa, quienes habilidosamente, se camuflan en medio de nuestras familias con el único interés de hacernos daño para calmar su necesidad.
Por eso, debemos estar más atentos que nunca, preparar a los pequeños para que sepan cómo actuar en caso de que una situación les parezca sospechosa o no les genere confianza, a quién y dónde acudir si algo ocurre, porque hay que estar atentos y tener claro que #ConLosNiñosNo.