Galería Sextante de Bogotá presenta “Del tiempo que pasa” de Luis Fernando Peláez, una muestra que se compone de dos instalaciones que están ubicadas en cada una de las salas de la galería, donde la cuidadosa selección de las obras y el diálogo entre ellas generan una atmósfera precisa y única en cada espacio.
(Vea también):
- «Para lo que sea»: ‘Juanfer’ Quintero y el tajante mensaje por condena a Nelson Velásquez
www.lacasaradio.com El futbolista se pronunció […]
- Autoridades señalan a mamá de Los Patojos de su propia muerte; hijo (bravo) lo desmiente
www.lacasaradio.com Se siguen conociendo detalles […]
“Del tiempo que pasa” sumerge al espectador en un universo de evocaciones y memorias.
La canoa a la deriva con una maleta flotando en su interior, el novillo en el agua, la casa flotando sugieren un paisaje intenso que confronta nuestra historia: la lluvia o la fuerza de la naturaleza, por ejemplo, o la errancia y el desarraigo. Estas obras se entrelazan en dos salas impregnadas de silencio, una oscura y otra clara, invitando a explorar lo que yace oculto en nuestra memoria colectiva.
“Del tiempo que pasa” no se trata de una exposición retrospectiva, ni de una simple colección de obras. En su lugar, el proyecto retoma la experiencia creada anteriormente en el Museo de Antioquia, en la exposición “El Rio” en el año 2010, presentando las piezas como una instalación envolvente que invita al espectador a recorrerla y sumergirse en las distintas atmósferas.
En palabras de Lucía González Duque, quien entonces era la directora del Museo de Antioquia, Peláez es “uno de los más destacados artistas en el panorama artístico nacional desde la década de 1980, cuando tuvo un gran reconocimiento en el país al recibir el primer premio del Salón Nacional de Artistas, distinción que compartió con Doris Salcedo. Ambos escultores son hoy destacados representantes de las artes plásticas colombianas tanto dentro como fuera del país”.
La creación artística de Luis Fernando Peláez está profundamente atravesada por una carga poética. En sus objetos, ensamblajes e instalaciones, cada componente es un gesto lleno de poesía; todo parece insinuarse, contenerse y reflejarse en el conjunto.
Sus obras están llenas de relaciones, correspondencias, conexiones y simetrías: el arte se convierte aquí en un medio para revelar los secretos más íntimos de las cosas, capturar sentimientos, suspender emociones y evocar diferentes estados emocionales.
Sus piezas no dejan indiferente al espectador, pues logran despertar memorias arraigadas tanto en lo personal como en los imaginarios colectivos. Quizá por esto, en la obra de Peláez siempre queda algo que escapa a las palabras, un misterio que habita lo inexpresable.
Libro “Del tiempo que pasa”.
“Del tiempo que pasa”, además de la exposición, se complementa con la publicación de Ediciones Arte Dos Gráfico de Bogotá, Colombia, bajo el cuidado de María Eugenia Niño y Luis Ángel Parra.
“Luis Fernando Peláez nos muestra en este libro que esas cosas, esas atmósferas, esos sueños que sus manos saben construir con cristales y maderas y resinas, mundos poderosamente quietos y elocuentemente mudos, también los sabe construir con palabras. Su nostalgia es contagiosa, nos impone su existencia, y sabe nombrar lo que perdimos; nos entrega esos momentos y nos conmueve al revelarnos que nosotros también los vivimos: esos seres que están ahí tal vez son los mismos que alguna vez amamos, esos inviernos están instalados hace siglos en nuestra memoria, esas despedidas nunca nos abandonaron”, comenta William Ospina.
El libro, de 21 cm x 21 cm, contiene veintidós textos en caligrafía del maestro Peláez sobre el acto creativo. Las fotografías de las obras son de Carlos Tobón. Los textos se imprimieron en tipos móviles de la fuente Bodoni y el papel es Rivoli Blanc de la casa Arjomari de 160g. Está plegado en forma de acordeón dentro de una caja forrada en tela Cialux de la Casa Guarro y en papel Prisma de la Casa Favini.
“Luis Fernando Peláez -tal vez debería decir su obra, su poesía- es el tiempo que pasa y el que no pasa. Es también el agua, la que corre y la que se queda quieta –no la que se estanca– la que sustenta la canoa y la que la guía. Es el viento, pero también es la ráfaga. Es la luz y la sombra. Es el reflejo y el espejo. Es la orilla y la lejanía. Es a la vez el toro fuerte y el frágil”, concluye Luis Ángel Parra, fundador y director del Taller Arte Dos Gráfico.
Galería Sextante: carrera 14 #75-35. Bogotá.