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Nuestras relaciones

Por: Adriana Bermúdez Arango

La desconexión en que se encuentra el presidente Gustavo Petro de la realidad nacional, ya es irracional. Cada que tenemos un grave problema, él acostumbra, desde un podio en cualquier lugar del mundo, hablar de situaciones o cosas que no tienen mucho o nada qué ver con lo que pasa en nuestro país, mientras evade su responsabilidad directa en el escenario.

Esta semana, cuando estamos viviendo una situación realmente grave e inhumana en el Catatumbo por culpa de la mal llamada “Paz Total” que el Gobierno ha sido incapaz de implementar, el presidente Petro decide irse para Haití, un país que no tiene tanto para ofrecer. Según lo dijo el propio Leslie Voltaire, presidente del Consejo Presidencial de Transición de la República de Haití, los acuerdos suscritos allí son benéficos para Haití desde todos los ámbitos, pero, para Colombia, ¿cuál es el verdadero valor de esta visita? ¿Qué la hace tan importante que es motivo suficiente para que nuestro presidente decida no afrontar lo que pasa directamente en nuestro territorio?

A través de su cuenta de X, el mejor espacio de gobierno que tiene Gustavo Petro, éste anunció que había delgado al ministro de Defensa para que, con su par venezolano, establecieran un “plan conjunto de erradicación de bandas armadas en la frontera”. ¿Por qué hasta ahora? ¿Por qué si las alertas frente a lo que podía pasar en el Catatumbo ya se habían establecido? ¿Por qué si las relaciones entre ambos países son tan cercanas, no se trabajó de manera conjunta desde antes?

Claro que el presidente Petro puede seguir tranquilo en Haití: Diosdado Cabello está en el Catatumbo, ayudando y apoyando a los colombianos… ¿Qué hace en nuestro país, caminando muy orondo, un hombre que tiene Circular Roja de Interpol? ¿Acaso estamos buscando “caer en desgracia” frente al nuevo Gobierno de Estados Unidos, por permitir su presencia en nuestro territorio? ¿Tiene el Gobierno Petro algún interés en que esto suceda?

Frente a su presencia en Haití, el presidente Petro la justifica diciendo que “La cocaína del Catatumbo solo sale para EEUU a través de Haití. Ensangrenta el Catatumbo y ensangrenta Haití. Financia las bandas de Haití y financia al ELN”, lo que deja como interrogante ¿por qué su gobierno no se ha preocupado por erradicar los cultivos, capturar a los narcotraficantes y acabar con el negocio desde la raíz, en vez de buscar intervenir en otros territorios, en otras economías? No lo vemos dirigiendo las capturas de consumidores en las calles de Europa o Estados Unidos, ¿por qué sí intervenir en las rutas de los narcotraficantes?

Además, recordemos que la promesa de Petro en campaña fue acabar con el ELN en los primeros tres meses de su gobierno. Nos ilusionó con “si no es así, yo mismo renuncio porque no sirve”, haciendo referencia a su gestión… Y tenía razón, no sirve, como lo evidencia lo que ocurre hoy en Catatumbo. Pero el presidente prefiere estar fuera haciendo aliados que en su país, al menos haciendo su máximo esfuerzo para cumplir sus promesas.

Y no es por menospreciar a Haití, pero la realidad es que un país como el nuestro, en desarrollo, debe buscar hacer acuerdos y negocios con otro que sea más potente, más grande o más fuerte en cualquier aspecto; sin embargo, buscamos acercarnos a Haití, un país que, según El FIDA, que es el fondo mundial que se dedica a transformar la agricultura, las economías rurales y los sistemas alimentarios, Haití es el país más pobre de América Latina y el Caribe y registra uno de los mayores índices de desigualdad de ingresos del mundo. Más de seis de cada diez personas vive en condiciones de pobreza, lo que nos lleva a pensar ¿qué vio allá el presidente, como para que prefiera visitarlo, cuando en su país se presenta una crisis humanitaria que requiere y amerita toda su atención?

Confiemos en que el manejo de nuestras relaciones mejore, que seamos capaces de mantenerlas con todos los países del mundo, principalmente con aquellos que nos pueden ayudar a fortalecernos y crecer. Eso ya queda en manos de Laurita, la jefe del jardín de Palacio, que se estrenará, con escasos 30 años, en su cuarto cargo en el Gobierno. Aún nos queda la duda de cómo lo hará, cuando, para semejante encargo, no sólo carece de experiencia diplomática, también de un segundo idioma. Amanecerá y veremos…

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