El nivel de los embalses que abastecen a Bogotá tuvieron una caída en su sistema y traería problemas para el servicio de agua en la ciudad.
Desde el comienzo de la contingencia por el agua en Bogotá, las autoridades han ido efectuando diversas maniobras para garantizar el flujo del recurso hídrico en los hogares de la ciudad.
Por un lado, en vista de la reducción drástica de los embalses que conforman el sistema Chingaza, el Distrito ha echado mano de otras fuentes de agua, como el río Bogotá y las aguas almacenadas en embalses como Tominé, que pertenece al agregado norte.
No obstante, este equilibrio podría afectarse en los primeros meses del año, de acuerdo con la advertencia reciente que hizo la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR).
Con base en su monitoreo constante de los embalses, el director de la autoridad ambiental, Alfred Ballesteros, declaró que el embalse de Tominé ha experimentado un descenso considerable, respecto al volumen de agua que tenía el año pasado.
¿Por qué peligra el servicio de agua en Bogotá? Situación en embalses
Dicho esto, Balleteros dijo que, hoy, el embalse de Tominé ha perdido 75 millones de metros cúbicos de agua, respecto a los niveles evidenciados en enero del año pasado.
Esta situación se agravó en vista de que los embalses del agregado norte, en particular Tominé, no pudieron recuperarse durante la temporada húmeda del año pasado.
Empero, el dato más preocupante, radica en las previsiones climáticas del Ideam para 2025. Los pronósticos del periodo húmedo, que comienza a finales de marzo, son neutros. Esto quiere decir, que las precipitaciones estarán en los promedios históricos y no habría la afluencia de lluvias intensa que requiere el embalse para recuperar su nivel óptimo.
De darse estas condiciones, el director de la CAR advierte que “el Acueducto de Bogotá no podría seguir obteniendo el 50 % de este recurso hídrico del agregado norte, sino que tendríamos que volver a tomar más agua del sistema Chingaza”.
Este último escenario no sería el ideal, a pesar de la recuperación que han experimentado los embalses de Chuza y San Rafael respecto a los niveles de enero de 2024. De ahí, que de acuerdo a las previsiones de la autoridad ambiental, los dos embalses que conforman Chingaza, que sufrió recientemente un incendio forestal, no soportarían la presión de abastecer, nuevamente, el 70 % del agua que requiere Bogotá.
Asimismo, vale la pena resaltar que la obtención del líquido del agregado norte, fue posible gracias a las gestiones de la Alcaldía y la CAR para expedir los permisos necesarios que se requerían para esta maniobra. De hecho, la Corporación Autónoma dio luz verde para que Bogotá pudiera desviar y tratar un m3 adicional del río Bogotá en Tibitoc, en vista de la contingencia de abastecimiento que atraviesa la ciudad.
En su momento, Ballesteros le dijo a El Espectador que “seguiremos haciendo estas regulaciones, solo que, a partir de ahora, la CAR les va a imponer unas cargas específicas a algunos de estos embalses, que son privados, para que deban separar X cantidad de metros cúbicos en función de las necesidades de Tibitoc y del abastecimiento de agua potable a los habitantes”.
Sin embargo, en caso de persistir el descenso en el embalse de Tominé, la autoridad ambiental no podría mantener este beneplácito, con el fin de proteger el cuerpo de agua que cubre este embalse. De hecho, conforme al último reporte de los embalses, Tominé mantiene una tendencia descendente y registra un nivel del 46,05 %, esto es, un 3 % menos de lo registrado para el 28 de diciembre de 2024.
En vista de lo anterior, y a la espera del comportamiento climático en los próximos meses, el llamado de las autoridades a los hogares y empresas es el mismo: cada gota cuenta, y el ahorro del recurso es fundamental para evitar escenarios de racionamiento más drásticos.
Pulzo