De ‘alma máter’ a oda a la agresión
Escrito por R V AM el 10 octubre, 2025
Por: Adriana Bermúdez Arango.
Lo que pasa en Univalle es inconcebible. Para nadie es un secreto que es una institución educativa cooptada y permeada por grupos al margen de la ley, que acostumbran atrincherarse en el campus, tomárselo y utilizarlo como plataforma para implantar el desorden, tanto dentro de éste como en la ciudad.
Ahora, también sabemos que las directivas de la universidad no están dispuestas a hacer lo propio, lo que les corresponde, para que esto cambie. Esto fue lo que se evidenció en la sesión del Concejo de Cali, el miércoles 9 de octubre cuando, Luis Carlos Castillo, jefe de Planeación de Univalle, dijo a los concejales, palabras más, palabras menos, que el problema de la universidad obedece a la situación de conflicto del país y, hasta que éste no se termine, eso no va a cambiar… ¿Cruda radiografía? ¡No! Descarada excusa, más bien.
Como sociedad, no podemos permitir que, un lugar destinado a impartir conocimiento y que es sostenido con nuestros impuestos, lo primero que imparta sea la permisividad frente a la ideología, acogiendo en sus instalaciones a quienes atentan contra la educación y dañan la ciudad. Y es que, para nadie es un secreto que, de las instalaciones de Univalle, sale el grueso de las personas que se toman las calles aledañas, bloquean el tráfico y, ahora, arman motines contra la propiedad privada.
Y es que, debemos recordar que algunos de esos que dicen ser estudiantes, realmente no lo son. Sólo utilizan su derecho a pertenecer a la institución educativa, para sus fines políticos y/o delincuenciales. Por eso, llevan muchos años inscritos en la universidad y nada que finalizan ninguna carrera, porque lo que realmente les interesa es tener acceso al campus para poder llevar a cabo su cometido.
Y es que, ya no sólo preocupa que el caos sea el ‘caballo de batalla’ que algunos de esos que dicen ser estudiantes, utilizan para evitar exámenes o entregas de trabajos, lo que ha ocurrido por décadas y bajo la mirada permisiva de docentes, rectores y hasta compañeros. Ahora, las actividades extracurriculares incluyen la toma de calles y hasta la destrucción de propiedad privada, amparados en el derecho a la protesta. Y como todo nace al interior de la universidad, sí deberían ser los encargados o responsables del campus, quienes estuvieran en capacidad de controlar lo que ocurre en sus instalaciones, sobre todo porque son los principales responsables de garantizar la seguridad de quienes están al interior de la universidad, sobre todo, de los estudiantes.
No puede ser posible, como se muestra en un video que rota por redes sociales, que los ‘capuchos’, como se les conoce a esos personajes que andan por toda la universidad con su rostro cubierto, tengan la potestad de rodar por la universidad, advirtiendo que se la están tomando y que esperan a los estudiantes y profesores en las protestas. ¿No hay quién le ponga control a un encapuchado? ¿Desde cuándo normalizamos el andar con el rostro cubierto e ir, de salón en salón, interrumpiendo las clases?
Tampoco podemos desconocer que, con el paso del tiempo, las agresiones van tomando fuerza y haciéndose cada vez más caóticas, lo que debe llevarnos a una preocupación legítima por la integridad de quienes participan de ellas o de aquellos que, sólo por estar en el espacio, pueden llegar a convertirse en daño colateral. No perdamos de vista la agresión que están cometiendo contra aquellos estudiantes que realmente buscan su futuro académico en esa gran sombrilla que es Univalle y que viene amparada en la investigación y la ciencia, por eso, no es justo que ellos vean perjudicado su hoy y su futuro, por unos desadaptados que confunden sus derechos con sus deseos y perjudican a todo el mundo al hacerlo.
Univalle y todas las universidades públicas del país, deben ser responsables de lo que pasa en su interior, deben estar en capacidad de controlar lo que ocurre en sus instalaciones y a quienes lo ocasionan, eso es gobernanza, tener control de lo que pasa en sus instalaciones y con sus estudiantes o invitados.
Esperemos que la recompensa que ofreció el alcalde de Cali, rinda frutos. Podría jurar que, con un par al que cojan, se les quita la idea de seguir por ahí, ‘capando’ clases y perjudicando a los que sí quieren estudiar. No podemos quedarnos impávidos viendo cómo, un alma máter que debe educar a las personas, se convierte es un espacio de anarquía, en el que se permite hasta la agresión.
Foto cortesía Diario de Occidente.

