Museo del Prado: 5 enigmas de «Las meninas» de Velázquez, el cuadro más icónico de la pinacoteca madrileña
Escrito por R V AM el 19 noviembre, 2019
«Tiene todos los ingredientes como para que por los siglos de los siglos estemos especulando».
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Son palabras de Javier Portús Pérez, uno de los estudiosos del arte que aparecen en «El cuadro», un documental con aire de thriller en el que múltiples expertos intentan resolver el misterio de «Las meninas» de Velázquez.
El filme se estrenó en España el pasado 8 de noviembre, unas semanas antes del 200º aniversario del Museo del Prado, que se celebra este martes.
El prestigioso museo ubicado en la capital española abrió sus puertas el 19 de noviembre de 1819 con una colección modesta, nada comparable al arte que se exhibe actualmente en su interior.
Pero su cuadro más icónico, «Las meninas» de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660), ya colgaba de una de sus paredes.
Más de 360 años después de su creación, todavía no hay consenso sobre qué quiso representar el pintor sevillano con esta obra.
¿A quién mira Velázquez? ¿Qué es lo que está pintando en el cuadro dibujado a la izquierda? ¿Qué hacen los personajes?
1. La sala y la colocación del espectador
El cuadro «Las meninas» está ambientado en el estudio de Velázquez en el Real Alcázar de Madrid, una fortaleza convertida en palacio real donde vivía el rey Felipe IV (1621-1665) con su familia.
La sala está llena de variopintos personajes, de los que hablaremos más adelante, cuya colocación no es azarosa.
A diferencia de los retratos tradicionales de la realeza, «Las meninas» se ha comparado con un fotograma de una película por la acción que contiene.
Para la venezolana Andrea Imaginario, historiadora del arte y cantante profesional, gran parte de la fascinación que despierta esta obra de Velázquez radica en cómo está montada la escena.
«Este fue uno de los primeros cuadros que me crearon un impacto durante mi tiempo de estudiante y me voy a remitir a esa experiencia», le cuenta Imaginario a BBC Mundo.
«Lo que ocurre con ‘Las meninas’ y que despierta por lo menos mi fascinación tiene que ver con el juego elíptico que Velázquez realiza dentro de la escena.
«Es un juego entre la realidad y la ficción que él desarrolla cuando suprime lo que está pintando y te lo devuelve como un reflejo en el fondo del cuadro, mientras que ‘te distrae’ presentando el resto de la escena.
«Invierte los términos en los que uno está acostumbrado a mirar un cuadro. En los cuadros que uno observa normalmente, se mira la escena desde el punto de vista que ha visto el pintor.
«Velázquez hace un movimiento de cámara y nos pone en el lugar del retratado. Eso habría sido lo que el retratado estaría viendo, en teoría», explica.
Lo que no sabemos con certeza es qué quiso expresar con esta técnica el aclamado pintor.
2. Los personajes y su interacción
«Las meninas» no siempre se llamó así.
Velázquez lo tituló «La familia de Felipe IV» y el cuadro no recibió su nombre actual hasta 1843, cuando los expertos de arte coincidieron en que la obra iba mucho más allá de un retrato de la familia real.
Y es que «Las meninas» tiene un extraño elenco de personajes que incluyen una princesa, una monja, una enana, un bufón y el propio artista del Barroco.
En el centro de la escena está la infanta Doña Margarita María de Austria. La princesa era la cuarta hija de Felipe IV, pero la primera que tuvo con su segunda esposa, Mariana de Austria, y en el cuadro parece tener unos 5 o 6 años de edad.
A su izquierda y derecha están las meninas titulares, las mujeres que acompañaban y asistían a la joven realeza en su rutina diaria.
Justo detrás de las meninas hay una monja, que parece estar discutiendo con un guarda sin identificar.
A la izquierda vemos al propio Velázquez, que mira desde detrás de un gran lienzo.
En el centro de la pared del fondo hay una puerta abierta en la que un hombre sube o baja unos escalones mientras mira al espectador. Es José Nieto Velázquez, el chambelán de la reina que también era el encargado del taller de tapices reales.
Finalmente, quizá en lo que es el elemento más importante de toda la composición, hay un espejo a la izquierda de Nieto Velázquez en el que vemos el reflejo de una pareja: el rey Felipe IV y la reina Mariana.
Algunos de los estudiosos del cuadro asumen que los reyes están de pie en el mismo sitio en el que estamos los espectadores mientras Velázquez pinta su retrato.
No sabemos qué está pasando ni qué es lo que congrega a esta variedad de personajes en el mismo lugar. Desconocemos si Velázquez está haciendo un retrato de la infanta o de los reyes que aparecen reflejados.
Ni quiera sabemos si hay algo pintado en el lienzo.
3. El reflejo en el espejo
Las teorías en torno al espejo y su reflejo hacen que este sea uno de los principales misterios que persisten en el tiempo.
Los estudiosos no están seguros de si refleja a los reyes de verdad o si es un retrato de la pareja que estaría pintado en el lienzo en el que trabaja Velázquez.
Debido a la forma en que el artista jugó con la perspectiva en el cuadro, se pueden hacer argumentaciones razonables para explicar cualquiera de las dos posibilidades.
«Dentro de toda la escena nosotros tenemos cuadros y cuadros y cuadros», señala Andrea Imaginario.
«Tenemos cuadros que están acompañando toda la escena, tenemos una obra de arte que al mismo tiempo está representando otras obras de arte -no es la única vez que esto ocurre a lo largo de la historia, a través del arte esto se ha hecho- pero entonces él incluye además este espejo que sobresale», indica Imaginario.
«Y el espectador está en ese lugar donde está el espejo, donde están las personas que están retratadas, ese para mí es el fenómeno más interesante de esta escena», subraya la experta.
«Esto se ha convertido en un clásico de referencia obligatoria. No veríamos las cosas de la misma manera sin este cuadro, que es sumamente original en este tratamiento»,
4. La cruz de Santiago y la fecha
Prácticamente todos los historiadores y conservadores de arte fechan «Las meninas» en el año 1656. Teniendo en cuenta que la infanta Margarita nació en 1651, esto encajaría perfectamente con la edad que aparenta en el cuadro.
Sin embargo, hay un elemento que distorsiona esta creencia.
En el cuadro, Velázquez viste un elegante traje cortesano negro con una cruz roja de Santiago en el pecho.
Este símbolo es indicativo del título de Caballero, que el rey Felipe IV otorgó a Velázquez… en 1659.
¿Cómo es posible, entonces, que ya luciera la cruz tres años antes de haber sido incluido en la Orden de Santiago?
Algunos académicos insinúan que la cruz roja fue añadida al cuadro posteriormente por instrucción del rey.
Otros curadores que han examinado el cuadro aseguran que no hay dos capas distintas de pintura. Por tanto, la cruz era parte del cuadro original y esta evidencia ha conducido a nuevas teorías.
Aunque la mayoría de los académicos continúan fechando el cuadro en 1656, otra corriente de historiadores sitúa la creación de la obra unos años más tarde, en 1659.
Otra posibilidad, por la que parecen decantarse los estudios más recientes, es que toda la escena sea producto de la imaginación y fantasía del pintor, por lo que el hecho de aparecer con la cruz de Santiago bien podría ser la expresión de un deseo.
5. El papel de Velázquez
«Las meninas» se guardó en el Palacio Real hasta 1819, fecha en que se trasladó al Prado.
Los pocos privilegiados que lo vieron antes de esa fecha comentaron la novedad que suponía que un pintor se retratara junto a la realeza.
«El cuadro parece más un retrato de Velázquez que de la emperatriz», apuntó el escritor portugués Felix da Costa al ver «Las Meninas» en 1696.
Si nos fijamos bien, él parece ser el gran protagonista de la obra. Su papel preponderante en el cuadro es incuestionable.
Para algunos de los estudiosos del cuadro, esto pone de manifiesto una vieja reivindicación de los artistas del siglo XVI, que era el otorgarle más valor a la labor de los pintores, considerados hasta entonces como meros artesanos con menos valor que literatos o músicos.
Andrea Imaginario desarrolla esta idea: «Lo que nosotros vemos dentro de ‘Las Meninas’ de Velázquez exactamente no es solo el retrato de algo, es la elaboración de un concepto sumamente complejo, un concepto literario».
«Este concepto trastoca lo que se supone que debería ser, o lo que se supone que la gente entendía en esa época como la función de un cuadro, que era la de registrar la historia, o registrar los valores y las ideas», añade.
«Él no solamente hace eso, él pone otras cosas. En esa medida, podríamos verle total sentido como una afirmación de la importancia de la pintura dentro de un universo que todavía no le daba a las artes de la materia el mismo valor o el mismo estatus que le daría a la literatura y la música».
Velázquez quería perdurar en la historia con esta obra maestra. Y viendo las teorías y debates que genera, no hay duda que lo consiguió.
Fuente: BBC