Los caleños esquivan la legalidad

Escrito por el 16 junio, 2023

Por: Adriana Bermúdez Arango

Como lo hemos comentado en repetidas oportunidades, Cali es una ciudad a la que la legalidad le es esquiva. Lo verdaderamente grave de eso, es que los caleños nos estamos acostumbrando a vivir en esa onda y, ser legales, ha dejado de ser significativo.

Prueba de ello es que el 20 de junio se vence el plazo para que los conductores cuya licencia de conducción se venció en enero de 2022 la renueven y, hasta el momento, poco más de 20.000 conductores, de los 300.000 comprometidos, han realizado el cambio. ¿Qué pasará, a partir de la próxima semana, con aquellos que no la han renovado? ¿Será acaso, que están esperando a que el plazo se venza, para empezar a evadir retenes y sobornar policías? ¿Por qué, si el trámite fue avisado con tiempo, no lo han realizado? Quizás, porque prefieren esperar a que el tiempo haga “magia” y elimine los requisitos o porque creemos que, “Eso no pasa nada, a mí no me paran”.

Este tipo de comportamientos se reflejan en todo lo que ocurre en la ciudad. Si no me creen, solo deben revisar la forma en que se comportan los negocios nocturnos, muchos de ellos operando sin los permisos necesarios. Y, ¿cómo lo hacen? Sencillo. Presentando planos con modificaciones a la infraestructura que reflejan intenciones, no acciones, a una entidad que no supervisa en qué terminan dichos propósitos. ¿Los afectados? Los caleños, quienes ven cómo se deteriora la ciudad y su calidad de vida, en medio de negocios que carecen de las condiciones idóneas para operar sin afectar a residentes. ¿Y qué hace el comerciante que no cuenta con los permisos, pero que quiere conservar su negocio por sobre todas las cosas, porque no le importan los que se ven afectados con su ruido excesivo, su ausencia de estacionamiento y la falta de seguridad para controlar peleas y borrachos? Irse lanza en ristre contra quienes exigen sus derechos, pidiendo tranquilidad y silencio para dormir, argumentando que están en contra del progreso, del trabajo y de las familias que subsisten gracias a estos negocios. Y ni hablemos de los funcionarios o entidades que visitan estos negocios para supervisar su cumplimiento, carentes del conocimiento frente a cómo se teje la insterinstitucionalidad, factor clave para un funcionamiento adecuado.

Cali no puede seguir siendo una ciudad carente de acatamiento normativo, enfocada en sacar adelante negocios que solo benefician el bolsillo de algunos, no a la ciudad en general. Los caleños no podemos continuar viviendo en medio de lo ilegal, esperando a que las disposiciones, normas o leyes simplemente desaparezcan, porque no nos interesa cumplirlas o estamos en desacuerdo con ellas. Si queremos recuperar a esa Cali cívica que estaba dentro de las tres ciudades más importantes del país, debemos comenzar por cambiar nuestra mentalidad, dejar de pensar cómo le haremos “el quite” a cada ley, creyendo que sale más barato darle “la liga” a la autoridad, que cumplir con lo establecido.

Es hora de generar compromisos como caleños y como ciudadanos, que nos lleven a la construcción de una mejor ciudad. Ser cumplidores de nuestros deberes y garantizar que quienes nos rodean también los cumplan, es la única y la mejor manera para lograr sacar a Cali del hoyo en el que está. Y, desde estas líneas, trataré siempre de crear consciencia.


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