En poder de la economía informal

Written by on 1 marzo, 2024

Por: Adriana Bermúdez Arango

Para nadie es un secreto que Cali se encuentra en un proceso de reanimación. El alcalde electo Alejandro Éder, llamó a su campaña y mandato “Revivir a Cali”, porque así fue como encontró a la Sucursal del Cielo: casi muerta.

Y suena exagerado, porque Cali tiene mucho para dar y seguimos viendo su salsa y la alegría de su gente en cada paso, pero la caleñidad quedó seriamente afectada después de cuatro años donde se ignoraron todas las normas que nos permiten vivir en armonía. Así lo han podido evidenciar los nuevos integrantes del gabinete, cuando recorren la ciudad y los caleños los increpan porque hacen cumplir las normas, lo que es su labor.

Los entes encargados recorren restaurantes y descubren que, aunque en el registro dice que sí, cuando les solicitan la documentación de los negocios, no la tienen o no está en regla, lo que significa lo mismo: no la tienen. En las calles, los motociclistas se apropiaron del carril exclusivo del MIO y, cuando se les detiene y exige la documentación de la moto, algunos optan por prenderle fuego a su medio de transporte, antes de permitir que se la lleven. Sucede que, son tantas las multas, que les sale mejor comprar otra que pagar lo que le deben al Distrito para sacarla de los patios.

Pero no es todo. Desde hace años estamos en una encrucijada terrible, producto de la falta de oportunidades laborales, de la migración, del poco flujo de caja al interior de las familias, que ha ocasionado una permisividad o condescendencia frente al establecimiento de negocios informales que hoy, nos está pasando factura. Ya no solo tenemos personas que se suben al MIO a vender, cantar o mendigar, lo que inicialmente estaba prohibido. Ahora, estamos enfrentando que todo aquel que quiera vender empanadas, por poner un ejemplo, ubique en cualquier lugar una mesa, un asiento y comience su “imperio empanadero”.

Y lo planteo así para que, al menos para usted, suene gracioso, pero créame que para quienes tenemos que padecerlo, no lo es. Y no lo es porque con este negocio se bloquea el andén, ocasionando que el peatón termine en la calle y hasta ponga en riesgo su integridad. ¿O cree usted que para un adulto mayor es fácil subir y bajar andenes, mientras presta atención a los carros que van por la vía? ¿O para una madre que va con su bebé en el coche? Tampoco es gracioso porque, fuera de contadas excepciones, estos lugares cierran su operación y dejan los desechos, que no son pocos, en la calle, a la espera de que alguien los recoja.

Recordemos que en nuestra ciudad, los camiones recolectores de basura no hacen recorridos diarios, lo hacen día de por medio, lo que desemboca en que sean los habitantes de calle quienes encuentren las bolsas, las rompan, viertan los desechos en la calle y, en muchos casos, se lleven la bolsa contenedora. ¿Se imagina ese espectáculo frente a su casa o en su cuadra? ¿Supone usted a qué puede oler la zona y cómo se verá al día siguiente? Porque de noche, todos los gatos son pardos…

Además, ¿se imagina que usted tenga su negocio, por el que paga alquiler del local o impuestos si es propietario del predio, nómina, servicios públicos, recolección de basuras y que, un día cualquiera, llegue alguien y le ubique la competencia en su puerta, sin pagar nada y que, para rematar, le obstruya visualmente la entrada con una sombrilla o toldo y hasta el letrero por el que usted tiene que pagar? ¿Sería justo? Es claro que no, pero es lo que está pasando en Cali, frente a los ojos de todos y sin que nadie haga nada.

Necesitamos acciones concretas por parte de las autoridades para contrarrestar estas situaciones, necesitamos que la autoridad ejerza sus funciones y nos apoye retirando estos negocios porque, infortunadamente, perjudican a comerciantes formales y deterioran la ciudad.

Quizás la Secretaría de Desarrollo Económico podría encontrar una forma de agruparlos, de ofrecerles facilidades para que establezcan su negocio. Podría pensarse en que un predio de esos que tiene la SAE, Sociedad de Activos Especiales, abandonado por la ciudad, sea entregado a una agremiación de estos comerciantes, quienes podrían formalizarse y encontrar sustento para sus familias.

Debemos buscar cómo solucionar este problema antes de que se convierta en un flagelo, como los habitantes de calle, de quienes hablaremos en otra ocasión.


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