Y llovía, llovía
Escrito por R V AM el 17 mayo, 2024
Por: Adriana Bermúdez Arango
Así estuvo Cali en la tarde del miércoles, cuando, sin saber por qué o quizás, cumpliendo con la llamada borrasca de mayo, el cielo quiso, en unas dos horas, compensar la ola de calor que ha padecido la Capital de la Salsa durante los últimos meses, descargando toda el agua que tenía guardada sobre el norte de la ciudad.
Más de 60 milímetros en una hora, según dijo Saúl Ramírez, técnico en Meteorología de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) a El País, aunque Ghisliane Echeverry, directora del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), habló en rueda de prensa de 105 milímetros, “un evento extremo”, lo que dejó como resultado un gran desastre a todo nivel, es la cantidad estimada de agua que cayó sobre Cali esa tarde.
Rocas bajaron con fuerza desde las montañas, ríos se formaron en las vías principales y vehículos quedaron completamente sumergidos, aunque estaban en medio de las calles. El agua fue tanta que, en algunos puntos, ciudadanos ‘creativos’ decidieron nadar en plena vía. El transporte público colapsó junto a las vías y muchos particulares debieron dejar sus vehículos en lugares donde quedaran seguros, mientras regresaban caminando a casa.
Y es que no era para menos, primero la integridad y el llegar seguro a casa. Puedo suponer que nadie es capaz de calcular de manera premonitoria, cuánta lluvia puede caer en cada precipitación, por eso no hubo desagüe que tuviera el tamaño adecuado para semejante afluencia de agua y lodo.
La Alcaldía informó que se atendieron más de 150 llamadas de emergencia, debido a que árboles se cayeron, conductores quedaron en medio de la inundación con sus vehículos, personas quedaron atrapadas en ascensores y sótanos se inundaron. Ayer jueves, en la noche, aún se veían motobombas extrayendo agua de sótanos.
Pero también debemos reconocer que mucha de esta tragedia es responsabilidad nuestra, de los caleños, cuando no hacemos una disposición adecuada de residuos. Encontrar basuras en las calles que en situaciones como ésta terminan en las alcantarillas y las taponan, además de colchones, sofás y hasta camas desechados en los ríos, es más común de lo deseado. Estas malas prácticas siempre nos han pasado factura en la temporada invernal, infortunadamente, no aprendemos, no corregimos y no buscamos soluciones permanentes.
Pero nuestra responsabilidad no termina allí. La deforestación producto de las quemas acaba con la cobertura vegetal de la zona montañosa, lo que ayuda a que los suelos no tengan la capacidad de absorber el agua que, en este caso, caía de manera torrencial. Si cuidamos nuestras montañas, éstas serán capaces de prestarnos un mayor servicio en época de lluvias, ayudándonos a controlar un poco el agua, evitando muchos incidentes.
Desde estas líneas, un llamado a los caleños para que se concienticen y responsabilicen frente a la temporada invernal y reflexionen sobre las malas o inadecuadas prácticas que tiene, en el manejo de sus desechos. No podemos seguir pensando que, aquello que botamos, al sacarlo de casa deja de ser nuestro y se convierte en problema de otro. Disponer de manera adecuada de nuestros desechos es y será siempre, responsabilidad de cada uno de nosotros. Por eso, no podemos botar basura en la calle, ni tirar las bolsas en la vía, esperando que alguien las recoja. Y nuestros muebles, debemos entregarlos al operador que aparece en nuestro recibo de acueducto, no dejarlos por ahí, para que alguien se los lleve, mucho menos desecharlos en nuestros ríos.
Asumamos nuestra responsabilidad, es la única manera de evitar que situaciones como la del miércoles, se vuelvan aún más graves en el paso del tiempo.