Total desproporción

Escrito por el 12 julio, 2024

Por: Adriana Bermúdez Arango

El pasado miércoles 10 de julio, Colombia recibió una de esas noticias que es capaz de subirle el ánimo a cualquiera que se considere colombiano: después de 23 años, estaremos en la final de la Copa América de fútbol.

Y es que no podemos negar que el fútbol es un deporte que tiene la capacidad de poner o quitar muchos grados de alegría a cualquier ambiente. Sus resultados nos enorgullecen y cada partido, es una oportunidad de reencuentro entre amigos que redunda en la mejora de la economía. Negocios grandes y pequeños se ven beneficiados con la llegada de clientes nuevos y viejos que se congregan para compartir cada uno de los partidos. Hasta los supermercados incrementan sus ventas cuando compramos lo necesario para compartir con amigos y familia en casa. Desde cualquier orilla, el fútbol nos mueve el corazón y el bolsillo.

Pero lo que ocurrió en Cali en medio de la celebración, es una total desproporción y debe hacernos reflexionar: 7 homicidios se presentaron en la ciudad esa noche. De acuerdo con el diario El País, hombres entre los 19 y 49 años fueron asesinados en diversas circunstancias en medio de la celebración, en hechos que aún son materia de investigación. Y creo que esto nos debe llevar a pensar de manera muy concreta, en hasta dónde somos capaces de llegar con nuestra intolerancia y permisividad. Hablo de intolerancia, porque es lo que generalmente se ve alrededor de estos casos y permisividad, porque es lo que generamos cuando permitimos que las personas se agredan y/o escapen del lugar de los hechos, después de haber agredido.

No es posible que normalicemos la agresión en medio de la celebración. No es posible que nos acostumbremos a que, por la euforia, las personas alicoradas cometan errores de semejante calibre. Nada debe opacar nuestra alegría y condenar este tipo de acciones, además de actuar bajo la ley ante ellas, es lo debido. No es posible que seamos testigos de un acto delictivo y prefiramos guardar silencio para no vernos involucrados, que proveer información que permita capturar al culpable. Incluso, no es posible que seamos incapaces de detener al culpable cuando se presenta el caso, solo por mantenernos al margen. Debemos pensar siempre que, tras la tragedia del agredido, hay una familia que sufre… Y mañana puede ser nuestra familia la que sufra, así están las cosas.

Nuestra tolerancia debe ser ante las personas, no ante los comportamientos inapropiados que éstas cometen, muchos menos ante el delito. El domingo será nuevamente, un día crucial para medir nuestro comportamiento y el de quienes nos rodean. Todos debemos acompañar a nuestra Selección en medio de la alegría, la paz y la armonía, no convirtiendo los lugares y los momentos en verdaderos campos de batalla donde ocurran tragedias.

Evitemos las armas. Las balas perdidas también traen infortunios. Que el consumo de licor sea con cordura, con moderación, así podremos controlar nuestros actos. Tengamos una celebración pacífica, que nos permita seguir llenando de alegría la victoria que esperamos, nos dé la Selección.


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