Cali ¿otra vez en llamas?

Escrito por el 13 septiembre, 2024

Por: Adriana Bermúdez Arango

De nuevo, comenzó la temporada de incendios en Cali. Como ha ocurrido en los últimos años en las épocas consideradas por los caleños de “calor infernal”, las montañas, encargadas de dar oxígeno a la ciudad gracias a su amplia vegetación, comienzan a arder, dejando a la “Sultana del Valle” con un grave problema en la calidad del aire, además de inconvenientes en seguridad porque, cuando los incendios han sido provocados por manos criminales y logran ser extinguidos, inmediatamente llegan los encargados de parcelar el terreno para comercializarlo.

En esta ocasión, hasta la icónica iglesia de San Francisco, ubicada en el centro de Cali, frente a la Gobernación del Valle y que se encuentra en reparaciones desde hace un par de años debido a que parte de su fachada se desplomó, fue víctima de las consecuencias que trae el calor desmedido que estamos padeciendo. Aunque aún no se ha determinado por las autoridades qué produjo este incendio, es claro que el calor que estamos padeciendo en Cali, si no provoca, acelera cualquier conflagración.

Pero, lo que debe ponernos a pensar es ¿cómo nos preparamos para asumir esta ola de calor? Desde los entes encargados de la preservación y cuidado de la flora y fauna, ¿qué se hizo para evitar o aminorar los daños causados por estas posibles conflagraciones? Recordemos que el año anterior, en el mes de septiembre, vimos cómo, las montañas que atraviesan todo el norte de Cali, se incendiaron en sólo dos días. Desde aquel entonces ¿qué se ha hecho para evitar que esto ocurra? ¿No aprendimos nada de semejante tragedia ambiental?

Es claro que tenemos un equipo admirable en el Cuerpo de Bomberos que, sin dudarlo, pone su vida e integridad en riesgo para resolver cualquiera de estas situaciones. Sin embargo, ¿eso es todo? ¿No hay otro plan para implementar y que nos ayude a mitigar las posibilidades de ocurrencia de estos hechos?

Debo reconocer que, al menos, no he tenido que escuchar en esta temporada que van a prohibir a las personas que rieguen sus antejardines o, peor aún, que los van a multar por hacerlo. Recordemos que mantener viva la naturaleza nos ayuda a que sus procesos se mantengan activos. Esto significa que, si mantenemos vivas las plantas para que ellas realicen su proceso de fotosíntesis, la liberación de oxígeno nos ayudará a continuar respirando un aire sano, de buena calidad y facilitará que se presenten lluvias.

¿Qué pasaría si en épocas de calor, cuando apenas empieza a ponerse difícil el clima, comenzáramos un plan de riego nocturno para parques y zonas verdes, que nos permitiera mantener verdes estas zonas? ¿Y si se extiende a la zona montañosa? ¿No será que eso nos ayuda a evitar que tantos incendios se presenten y nos permite aportar, no sólo en la estética de la ciudad, también en el sostenimiento de los procesos ambientales?

No podemos seguir viendo, simplemente, cómo se queman nuestras montañas y lo eficientes que son nuestros bomberos. Vale la pena encontrar cómo ayudar a la naturaleza a que sus procesos se alteren lo menos posible. ¿Qué dirán los invitados a la COP16, cuando lleguen a la ciudad de la biodiversidad y encuentren que las zonas verdes, brillan por su ausencia? ¿Cuándo vean que el “amarillo naturaleza” es el color de temporada? Creo que no nos veríamos muy ‘biodiversos’…

imagen cortesía El País Cali. 


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