El bravucón

Escrito por el 24 marzo, 2025

Por: Adriana Bermúdez Arango

Lo ocurrido esta semana con Alfredo Mondragón es, además de triste, inconcebible. Tener un ‘padre de la patria’ que se dedica a gritar y a vociferar a las personas sólo porque carece de argumentos para exponer sus posiciones, es deprimente.

Esto ocurrió ante el archivo de la reforma laboral en la Cámara de Representantes. Mondragón no tuvo inconveniente alguno en acercarse a Alirio Barrera, representante por el Centro Democrático para, con tono alto y bastante aireado, reclamarle por el hundimiento de la reforma, diciéndole cosas como «¿Por qué me mirás con esa cara de matón?» o “un debate cuando usted piense”.

La actitud de Mondragón, además de vergonzosa, deja inquietudes: ¿Estos son nuestros legisladores, de quienes nos sentimos orgullosos? ¿Esa es la actitud que nos “representa”? ¿El señor Mondragón es el faro de moral que debemos y queremos seguir? ¿Sentimos que, en manos como esas, el país puede mejorar? Ver estas actitudes y avalarlas, es lo peor que podemos hacer como sociedad, porque daremos la impresión al mundo que estamos de acuerdo con ellas y las respaldamos.

Admirable la diplomacia y elegancia de Barrera, quien no se dejó provocar por el bravucón de Mondragón. Seguramente, donde le responda cualquier cosa, Mondragón habría salido a los medios victimizándose y diciéndole a todos que lo agredieron, que le faltaron a su honra y buen nombre… Y el pobre Barrera habría quedado como el maltratador, abusador, gracias a su condición de parlamentario.

Y ni qué decir de lo que Mondragón hizo ante Néstor Morales de Blu Radio, mientras le preguntaban por el incidente con Barrera. Lo que el digno representante tuvo a bien hacer, fue acusar a la mamá del periodista de haber sido favorecida por la SAE. Lo grave de esto es que la mamá de Morales falleció hace diez años y ya no es hora de, a pulmón herido y sin evidencia, reclamarle al hijo lo que la madre pudo haber hecho.

En Colombia, tenemos que acabar con este tipo de prácticas malsanas. Es claro que, crecer en la diferencia, nos permite construir para todos, conocer todas las necesidades y trabajar para subsanarlas, pero no podemos permitir que este tipo de actitudes sean las que se destaquen entre nosotros y, peor aún, sean las que nos representen como colombianos.

El desafío, que no fue aceptado por Barrera, recibió por parte del representaste Mondragón, desprecio y una actitud caracterizada por la desidia. Es hora de poner freno a este tipo de acciones que, lo único que se dedican a hacer, es mostrarle al mundo que no estamos capacitados para, con argumentos, defender como colombianos nuestras posiciones.

Nos acercamos a pasos agigantados al momento en que, sin ton ni son, las palabras se conviertan en hechos de violencia que tengamos que lamentar, porque una sociedad fracturada en el respeto y carente de valores, es en lo que podemos convertirnos al avalar, así sea con el silencio, estas acciones.

Foto cortesía El Pais.com

 


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