Lo intolerante del ilegal

Escrito por el 9 mayo, 2025

Por: Adriana Bermúdez Arango

Lo ocurrido el pasado domingo 5 de mayo, con el secretario de Movilidad de Cali, Gustavo Orozco, raya en lo demencial. Sucedió que una persona que se movilizaba en una motocicleta, fue requerida por los agentes de Tránsito en un puesto de control. Al parecer, el hombre no portaba sus documentos en regla y, la única salida que vio, fue embestir al secretario de Movilidad.

Lo grave no es que esto le haya ocurrido al secretario, porque en Cali, las agresiones a agentes de Tránsito ocurren a diario, lo grave es que la persona embestida, pudo, incluso, haber perdido la vida. Y no es exagerado. El secretario fue arrastrado un par de metros, ¿Qué tal que, en vez de raspones y moretones, hubiese sufrido una ‘mala caída’? Porque es claro que, en estas condiciones, ninguna caída es buena, pero sí puede ocurrir una que deje consecuencias nefastas o secuelas permanentes.

Lo más grave de todo esto es que, a la fecha, no hay rastro del hombre. Ni su familia, ni sus amigos, a quienes seguramente ya les contó ‘su gracia’, han actuado con sensatez y denunciado a este agresor. Esas son las inacciones que, como caleños, permitimos que deterioren nuestra sociedad, nuestro entorno y hasta nuestro nombre. Dejamos de ser referentes de alegría, reconciliación, biodiversidad y pasamos a ser vistos como violentos y anárquicos.

Porque, pensémoslo bien. Este agresor el domingo, producto del estrés que le produjo el saber que iba a ser multado, embistió a una persona. ¿Qué puede hacer en casa o en su trabajo producto de ese mismo nivel estrés? Si ese es su actuar ante la autoridad, ¿cómo podemos esperar que actúe en su ‘espacio seguro’? Y si su familia lo apoya en estos casos, seguramente hará lo propio cuando esto ocurra en el entorno familiar.

Este tipo de acciones no podemos normalizarlas, ni culpar a las autoridades por hacer su labor. En lo corrido del año, 34 agentes de Tránsito han sido agredidos de diversas formas, ¿es eso correcto? Debemos ser conscientes de nuestro actuar, racionalizarlo y asumir las consecuencias de nuestros actos. Enfrentar las situaciones de manera racional y sosegada, puede traer mejores consecuencias.

Hoy, el señor no ‘le huye’ a una multa, huye de una denuncia por lesiones personales que lo puede llevar a la cárcel. ¿Valió la pena el riesgo? Pienso que no.


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