El arma más fuerte
Escrito por R V AM el 6 diciembre, 2024
Por: Adriana Bermúdez Arango
Nuevamente, en la tarde del jueves 5 de diciembre, los encapuchados que utilizan como fortín la Universidad del Valle para sus despropósitos, bloquearon la avenida Pasoancho y aprovecharon, una vez más, para crear disturbios frente a la entidad universitaria.
En esta ocasión fue una moto de la Secretaría de Movilidad la gran afectada al ser quemada por los encapuchados, quienes la raptaron cuando el guarda se encargaba de desviar el tráfico. Como ya es costumbre, los desadaptados cubrieron sus rostros y tiraron papas bomba a las dos tanquetas de la Policía que buscaban controlar los desórdenes. De nuevo, el derecho a la protesta fue confundido con vandalismo por personas que no tienen claro que sus derechos llegan hasta donde comienzan los del otro y que las diferencias o dificultades no se arreglan a punta de agresiones, sino de argumentos.
Es triste ver cómo una universidad pública, que debiera ser un templo sagrado para la transmisión de sabiduría y conocimiento, es mal utilizado por unos cuantos como refugio para cometer fechorías a sus anchas. Los demás estudiantes, los que de verdad utilizan la oportunidad en la universidad para formarse, adquirir mayor conocimiento y construirse con el ánimo de consolidar una mejor sociedad, deberían ser los encargados de erradicar estos comportamientos y la presencia de estas personas.
La sanción social para quienes emplean la universidad pública como fortín para cometer hechos delictivos que terminan quedando impunes, amparados en el derecho a la protesta, debería ser el arma más fuerte para erradicar estos comportamientos. Al interior de las universidades, las protestas deberían darse a través de comités de estudiantes quienes, con argumentos y razones, exijan una mayor calidad en la educación, mayor participación en actividades que les permitan aplicar los saberes adquiridos en sus carreras y eventos con mayor capacidad, para hacer parte del mercado laboral.
Es hora de sacar de las universidades a esas personas que se hacen pasar por estudiantes y que, con intereses oscuros y agendas subrepticias, sólo buscan bloquear las oportunidades de formación y desarrollo de aquellos que sí están allí para crecer y consolidarse. Debemos luchar por el derecho a la educación, porque cada día sea mejor, más fortalecida y robusta, no permitir que una bandola de desadaptados con falsas ideas de revolución que terminan siendo sólo muestras de violencia, se apropie de espacios y banderas que no son las que todos los estudiantes enarbolan.
Fortalezcamos, al interior de estas instituciones, la capacidad de reacción frente a este tipo de actores negativos, cuya participación realmente, no contribuye al crecimiento de nadie. Cerremos filas ante estas personas que solo buscan ser distractores del verdadero objetivo: transmitir conocimiento a quienes quieren hacer parte de la construcción de una mejor sociedad. No podemos permitir que, por intereses oscuros, la verdadera misionalidad de la universidad pública se pierda.