Cali cambió, porque nosotros cambiamos
Escrito por R V AM el 20 julio, 2025
Por: Adriana Bermúdez Arango.
Hoy, ser agente de tránsito en Cali, no es una labor sencilla. Quien tiene esta responsabilidad, no sólo debe estar en la calle tratando de que los caleños comprendan la importancia de cumplir con las normas que, al fin de cuentas, están creadas con el objetivo de salvar su vida. También tiene que, con toda pericia, salvaguardar su integridad a cada paso, porque los inconformes con las leyes no tienen límite y las agresiones siguen siendo el pan nuestro de cada día.
Y como seguramente más de uno tiene una historia de abuso por parte de un agente de tránsito, la idea no es decir que ellos, los agentes, son perfectos y que somos los ciudadanos quienes hacemos todo mal; por el contrario, a lo que debemos llegar es a entender nuestra corresponsabilidad en el objetivo de hacer que Cali sea cada día mejor, para lo que es indispensable, que respetemos las leyes y a quienes tienen la autoridad para ejercerla.
Sentimos nostalgia de la Cali de los 70 u 80, llena de civismo, compromiso y sentido de pertenencia. Extrañamos las épocas en que todo se hacía en la calle, entre amigos que se veían por primera vez aquel día de feria o de fiesta popular; sin embargo, el comportamiento de algunos va más de la mano con delincuentes o desadaptados, que acostumbran, a partir de la fuerza, lograr que aquello que se debe hacer no se haga.
Y no es que quiera decir que la respuesta ante la autoridad de parte de todos los caleños está fuera de la ley, porque es claro que no es así, por el contrario, diría que, proporcionalmente hablando, son pocos quienes se expresan de manera inadecuada ante un agente de tránsito o policía, lo que evidencia que Cali es una ciudad en desarrollo y que comprender este tipo de acciones, hace parte del ajuste al que debemos someternos. Sin embargo, sí es importante que todos comprendamos cuál es nuestro papel en la sociedad que ocupamos y cuál es nuestra responsabilidad ante los demás. No es lógico que los ciudadanos solicitemos a la institucionalidad resultados y un comportamiento intachable, cuando el nuestro dista mucho de eso.
Estas líneas pretenden ser, una vez más, un llamado a la sensatez. Como ya lo dije, sentimos nostalgia de la Cali de otras épocas, pero no nos hemos puesto a pensar qué de esa Cali ya no está, lo que nos lleva a haber cambiado, quizás sin querer. No hemos reflexionado sobre quiénes y cómo eran los caleños de aquella época, que se caracterizaban por su civismo, su compromiso, su amor por la ciudad. No hemos pensado que, en aquel momento, los valores y la esencia de los caleños tenían otro norte, otro faro y que quizás, es hora de recuperarlo.
En definitiva, no hemos pensado en que Cali cambió porque nosotros cambiamos y que ahora, para lograr que Cali vuelva a ser cívica, limpia, organizada, lo primero que debemos hacer es cambiar nosotros, de nuevo, volviendo a ser cívicos, limpios, organizados, respetuosos. Agredir a un agente de tránsito, así sea él quien se comportó inadecuadamente, no va a solucionar nada, por el contrario, puede empeorarlo todo y nos deja, ante los ojos del mundo, como una ciudad donde incumplir las normas, parece deporte distrital, lo que es todo un repelente para el turismo.
Apoyemos a nuestros agentes, respetemos la ley y a quienes la hacen la cumplir. Es claro que se puede estar en desacuerdo con la forma y hasta con el fondo, pero pasar a la agresión no va a solucionar nada, por el contrario, lo empeora… Y de qué manera.
Foto cortesía El Tiempo.com